Me desperté en una cama diferente a la mía. Era más moderna y no tenía dosel. No había mucha luz, por lo que no podía ver bien la habitación. Antes de poder incorporarme para ver mejor la habitación unos brazos me atraparon. Como no, siempre me atrapa. Isis, tienes que mejorar esos reflejos.
—¿Huyes de mí, cosita? ¿He sido tan malo? —Solté una pequeña risita. El seguía medio dormido, pero tenía la misma fuerza y sentido del humor de siempre.
—No, solo intentaba ver tu habitación.
—Así que estabas cotilleando...¿tengo que castigarte por eso?
—No, señor pajarito. Solo estaba intentando ver donde me había despertado, ya que cuando me dormí seguía en mi cuarto. —Se me paró el corazón. —¡Horus, que estoy en arresto domiciliario!
—Ahhh, no grites...—Parecía un niño que acababa de levantarse de la siesta. —No te preocupes por eso, estás con un subordinado de Ra, así que no hay problema.
—¡¿Subordinado?!
—¿Podrías dejar de gritar? Todavía es de noche...—Se incorporó para poder verme mejor y suspiró. —Mi familia es una de las que lidera el ejército de Ra, por lo que sí, se me podría llamar subordinado del Rey. Pero yo no le sirvo, o al menos, no aún.
—De verdad, ¿por qué nunca empezáis por la parte importante? —Soltó una carcajada.
—Por dos sencillas razones. Una, nos encanta ver como te preocupas sin sentido. Y dos, porque me encanta ver tu cara de preocupación, cuando se trata de mí.
—Despídete de tu vida. —Cogí una almohada y le tapé la cara con ella. Pero él sin ningún esfuerzo me la lanzó lejos y me aprisionó las manos y se colocó encima de mí. —¿Soy yo o te encanta ponerme así?
—Isis...te la estás jugando...
—¿Ah sí, y que está en juego, un peluche? Porque sino continuaría sin ningún problema—dije en tono burlón.
Después de que Horus me hiciera cosquillas, los dos nos tiramos a la cama y nos reímos. Acababa de acordarme de que Anubis vendría hoy para charlar. Y como no, ya es costumbre de que cuando estoy con Horus llamen a la puerta. Horus se puso algo y fue a abrir. Alguien respondió, pero no pude oír la voz.
—¡Isis, es para ti! —¿Para mí, pero no se supone que nadie sabe que estoy aquí? Cogí una de las camisas de Horus, ya que no tenía ni idea de donde estaba mi ropa, y salí.
—¿Anubis, qué haces aquí?
—Como no me contestabas, pensaba que estabas fuera. Pero luego he contemplado la posibilidad de que Horus te haya secuestrado, y estaba en lo cierto.
—Oye, Anubis, eso de secuestrar no suena muy bien —comentó Horus.
—Pues yo creo que ha dado en el clavo. Y, ¿de qué querías hablarme?
—¿Te acuerdas de la piedra del desierto, la que sueles llegar a parar cuando te pierdes?
—Sí, ¿por qué?
—Hace una o dos semanas, fui a ver el anochecer allí, y me sorprendió ver una enorme grieta en ella. Lo raro, es que tenía una forma extraña, como si quisiera decir algo. —Anubis parecía preocupado. —Eso y que me apetecía hablar, pero si os he pillado en mal momento, puedo volver luego.
—No te preocupes por eso, solo estábamos echando una siesta.
—¿Y sueles pasar mucho calor? —Me miró de arriba a abajo. Me quedé sin palabras, ¿que se supone que debía contestarle? No, nada, que me acabo de acostar con Horus y no encontraba mi ropa. Un día normal.
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Ancient Lost Place
General FictionUna tarde después de salir del instituto, Itziar escucha una conversación extraña entre su mejor amigo y un hombre misterioso. Al percatarse de su presencia la abordan y es trasladada a ALP (Ancient Lost Place), un lugar que rompe cualquier regla te...