CAPÍTULO XI

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—Isis...Isis...—Alguien me estaba llamando en susurros:—Tienes que despertar, es ahora o nunca...—No era la voz de Jord, era más tenebrosa, más oscura.

—¿Quien...?—Me costaba pronunciar palabras.

—Isis...Tienes que elegir...—Esta vez era la voz de una mujer. Su voz era musical y transmitía tranquilidad.

—¿Quienes sois...?

—¡Tienes que elegir! —Las dos voces se mezclaron y me desperté sobresaltada.

—¡Isis! Dioses que susto me has dado... —Esta vez sí que era Jord. Estaba en la cama tumbada. Y en cuanto me levante se acercó más a mi para examinarme.

—Jord, ¿que me ha pasado, no estábamos en el porche?

—Te has desmayado y te he traído a la cama ¿estás bien, te duele algo? —Negué con la cabeza.

—Solo he tenido un sueño raro. —Jord parecía preocupado.

—¿Raro?

—Dos personas me llamaban y me decían que tenia que elegir —Jord pareció reflexionar y repare en que por la ventana salía más luz de lo normal.— ¿Se ha hecho de día?

—Está saliendo ahora mismo el sol. Oye una cosa. Espero que todo lo que te haya contado no te afecte demasiado. No era mi intención preocuparte. —Una sonrisa se dibujó en mis labios.

—No te preocupes por eso. —Apreté los puños.—Es solo que ahora mismo me siento impotente y enfadada. Quieren casarme con alguien que casi no conozco. Luego me cuentan que se supone que soy alguien de la profecía. Y para colmo ¿dos de mis amigos más cercanos me mienten sobre sus familias?

—Se como te sientes. Todos mi amigos y familiares sabían lo de nuestra fuga, pero cuando el Rey les dijo sobre el atentado contra el país no dudaron un segundo en desterrarme. La verdad es que me dolió mucho, pero luego aprendí una lección muy importante en esta vida. "Mejor estar solo que mal acompañado". —Iba a responderle pero él rápidamente me tapó la boca con su mano. —Alguien se acerca. Probablemente sean tus amigos. No creo que quieras verlos, así que coge mi caballo, esta en la casa de al lado. Sal por detrás y dirígete hacia un bosque, yo te encontraré.

—¿Cómo?

—Tendrás que confiar en mí.—Ahora mismo no tenía muchas opciones si quería salir de allí sin ver a mis amigos.

—Te debo una.

—No es el momento de ponerse sentimental. Vete.

Cogí una de las capas del armario, para ocultar mi cara, y salí por donde me había indicado Jord. Nos despedimos y abrí la puerta con sumo cuidado para que nadie me oyera. Alguien llamó a la puerta principal.

—¿Si?

—Perdón por molestar, estamos buscando a una chica. Tiene unos 18 años, no es muy alta y es morena ¿La ha visto por aquí? —Era la voz de Horus.

No quería que me descubrieran por lo que me monte en el caballo en silencio y cuando me asegure de que todo estaba tranquilo salí. El caballo comenzó a galopar y Horus se dio cuenta al instante. Por lo que oí, pareció maldecir a Jord y se subió a su caballo. Me seguía de cerca pero yo había salido unos segundos antes que él. Con la capucha no podría verme y tampoco podría volar con tanto árbol. Tenía que intentar despistarlo antes de salir a un descampado y buscar otro bosque. El caballo parecía saberse muy bien los caminos por lo que no tenía porque guiarlo.

—Oye, amiguito ¿no te sabes una ruta para despistarlo, verdad? —Estoy hablando con un caballo, genial. Pero ahora mismo ¿qué puedo perder?

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