CAPÍTULO XXII

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Después de volver a entrar al templo, y de que Poseidón se cejara sobre su próximo dolor de espalda, estuvimos hablando sobre dar una fiesta. Se me corrió la idea para poder agradecerles lo que habían hecho por mi.

Después de estar discutiendo y haciendo bromas, la mayoría sobre las bromas de Hades estando borracho, salí del templo para volver a la pirámide. Me encontré a Horus sin aliento intentando disculparse. Después de hacerle sufrir un poco volvimos a montar a los caballos y salimos Grecia.

Fuimos hacia la pirámide hablando sobre cosas triviales. Al llegar dejamos a los caballos beber un poco de agua, les quitamos las sillas y los metimos en el establo. Le cepille a Satur, estaba sucio, y luego fuimos al comedor. Cogimos algunas cosas y fuimos a la habitación de Horus. Osiris estaba esperando en la puerta con la mirada perdida. Cuando nos vio corrió hacia mí y colocó sus dos manos en mis hombros.

—Se que me he pasado con lo de la broma, lo siento ¿Sigues cabreada? —Me reí. Puse una sonrisa maliciosa.

—No, pero creo que alguien va a dormir hoy en el suelo. —Le guiñe un ojo. Alguien por detrás me abrazó y me susurró al oído:

—Sígueme el rollo. —Me dio media vuelta y me besó. ¡¿Que coño haces Anubis?! Cuando me separo de él Horus desprendía un aura maligna y Ra estaba con una sonrisa. —¡Te he echado de menos, princesa! Hoy he preparado una bonita cena al aire libre, espero que sea de su agrado. Pero no podrá ir con esas vestimentas. Venga, tengo algo de ropa en mi habitación. —Forzó una sonrisa y me agarró del brazo. Al pasar al lado de Horus este me susurro algo que me partió el corazón:

—Pensaba que eras alguien diferente. —Cuando me giré él ya había desaparecido. Mis lagrimas comenzaron a asomar. Anubis me acercó a él.

—Aguanta un poco más. —No quería mirarlo a la cara.

Llegamos a la habitación de Anubis. Ra le dijo que tuviera cuidado, lo cual creo que tenía doble sentido, y nos dejó a solas. En la cama había un enorme vestido y un accesorio para el pelo. Anubis cerró la puerta y me cogió de los hombros. Me desplome en el suelo con lágrimas asomando por mis ojos.

—Isis lo he hecho porque eres mi prometida, no po...—Le dí una bofetada.

—¡Esto no tienes que explicármelo a mí, imbécil! ¡Sabes perfectamente cómo es la actitud de Horus ¿y aún así lo haces en frente de su cara?! ¡Ahora mismo no querrá ni verme! ¡Eres un puto imbécil!

—Él debería entenderlo, además accedió a...

—¡El accedió a que te comportaras así una vez después del matrimonio! ¡Pero todavía no me has pedido la mano joder! —Me sorbí los mocos. —Yo lo entiendo, pero él...

—Lo entenderá...—Quiso colocarme la mano en la mejilla pero se la aparté.

—No me toques. —Me levanté y cogí el vestido—Seguiré fingiendo esta noche, pero no vuelvas a tocarme así. —Me dirigí al vestidor.

Me coloqué el vestido. Era un vestido azul marino. La parte del pecho era completamente negra y tenía forma de hombros caídos. Era bonito, pero lo mejor era que era cómodo. No me tropezaría con él y podría llevar zapatillas en vez de tacones, lo que era algo genial. Me hice un peinado sencillo y me coloqué el pequeño accesorio de pelo. Era un conjunto de estrellas brillantes. Salí y Anubis se había puesto un traje que conjuntaba. Estaba poniendose bien las muñecas y luego me tendío el brazo. Suspiré. Es lo que he elegido. Tendré que mantener las apariencias. Sin muchas ganas lo agarré y salimos de la habitación.

Un guardia estaba fuera de la habitación. Me daba la sensación de que estaba allí para saber si "lo nuestro" era real o no. Maldito Ra. Nos dirigimos al tercer piso de la pirámide, donde se encontraban la mayoría de las terrazas. Un sirviente nos indicó una de las mesas. Estaba apartada, al lado de la barandilla, muy bien decorada. Esta noche las estrellas se veían sin dificultad. Anubis me movió la silla y me senté. Comenzamos a comer.

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