CAPÍTULO VI

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Llegamos a la sala del entrenamiento sin ningún inconveniente, quitando la parte que he estado todo el camino con la cara más roja que un tomate. La mayoría ya estaban allí, y todos parecían bastante en forma. Voy ha hacer el completo ridículo.

Horus me bajó y saludamos a todos y por suerte la hermana de Horus todavía no se encontraba allí. Thor y Loki llegaron poco después, montados en sus preciosos caballos, y los ataron a uno de los postes de la entrada.

Una vez que estábamos todos, incluyendo a Freya y Atenea, entramos en la sala de entrenamiento. El hombre de ayer, que todavía no sabíamos su nombre, nos estaba esperando con unas listas en la mano.

—Antes de nada quería presentarme. Me llamo Ares, y sí como pensáis, soy el elegido del dios de la guerra, para los griegos. —Todo el mundo se quedó bastante sorprendido. —Ahora si podemos empezar con vuestra rutina de entrenamiento. Isis, por lo que e visto, no tiene mucha experiencia en este tipo de cosas, así que, le voy a asignar un entrenador personal. He elegido a Horus, ya que te podrá enseñar como volar, en caso de que consigas sacar esas alas. Por no hablar que creo que es de los mejores guerreros que tenemos, en cuanto a espada. A los demás os repartiré unas hojas donde tendréis detallado todos los ejercicios que deberéis hacer. Cada último día de la semana de los próximos dos meses haremos una competición para ver si habéis mejorado, y para motivaros entre vosotros. Y ahora, a trabajar. —Repartió a todo el mundo su hoja y todos, sin perder un segundo, comenzaron a calentar. Yo seguí a Horus para que me explicara cómo íbamos a hacer el calentamiento, pero Ares me retuvo. —Tengo que hablar contigo. — Me llevo lejos de la multitud. —Espero que te centres en estos dos meses que vienen. Tienes que alcanzarlos a todos, o Ra se enfadara. Tiene planes para ti.

—¿Perdona?

—Veo que todavía no te han dicho nada. —Suspiró. —Esperan mucho de ti. Así que, esfuérzate. —Con esas palabras Ares se marchó y me dejó con estos pensamientos. Fui a donde Horus, que me estaba esperando.

—Siento el retraso. Y espero no retrasarme mucho, intentaré hacerlo lo mejor posible.

—No te preocupes por eso. Estoy feliz de poder entrenar a alguien. Así nos ponemos al día mientras hacemos un poco de deporte. —No sé porqué pero me dio la sensación que "hacer un poco de deporte" no iba a ser lo que haríamos exactamente. —Empecemos con el calentamiento.

Al principio, con lo del calentamiento, me entraron ganas de hacer ejercicio. Pero cuando empezamos a correr "esas ganas" desaparecieron. En la clase de gimnasia no era capaz ni de dar 5 vueltas al campo. ¡¿Y ahora Horus me pedía que diera 10 vueltas al coliseo?! Que vayan preparando mi funeral.

En la primera vuelta ya me faltaba el aliento, pues no sé cómo iba a dar otras 9 más. Cuando estábamos en la mitad de la 2 las piernas comenzaron a fallarme.

—Horus...—dije agonizando—baja...un poco el ritmo...—Intentaba seguirlo pero me faltaba el aire y mi garganta ardía. Horus bajo un poco el ritmo y se colocó junto a mí.

—¿Estás bien?

—¡No! No puedo respirar y me arde la garganta ¡¿como eres capaz de dar 10 vueltas tranquilamente?! —Mientras que seguíamos "corriendo", porque yo iba casi arrastrando los pies, Horus seguía animándome para acabar esta vuelta. Una vez que dimos dos vueltas me dijo que paráramos.

—Enhorabuena, has aguantado.

—¡¿Que?! —Casi no podía hablar. Estaba tirada en el suelo, sudando como un cerdo y intentando respirar para no morirme.

—Antes me has preguntado que cómo lo hacía. Pues este es mi secreto. Ponerme una meta mayor para poder aguantar más. Normalmente sólo daríamos una vuelta, pero quería ver si eras capaz de aguantar. Y has pasado la prueba con creces. —La cara me cambió por completo. Ya no me dolía nada y lo de respirar era secundario. Ahora mismo solo quería matarlo. Horus comenzó a alejarse asustado. —¿Estas bien? Se te ha cambiado la cara por completo. —Sin respuesta le di un puñetazo en el estómago con toda mi fuerza. El salio volando. ¡¿Pero que?!

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