En su casa, Verónica llegaba y estaba segura de que le esperaba un regaño de su tía. Faltaban dos horas para terminar las clases.─¿Que haces aquí cariño? ¿Por qué no estás en la escuela? ─ Preguntó la dulce y cariñosa mujer en cuanto pudo divisar a la chica, estaba en la cocina preparando la comida, cuando sintió llegar a su sobrina.
─Me suspendieron. ─ Verónica puso su mochila en la mesa dando un ruidoso suspiro, sabía lo que venía.
─¿Qué? ─ Cuestionó exaltada la mujer de castaños cabellos, como su sobrina. ─¡No puede ser! ¡Nunca había pasado!
─Pero hoy pasó ─ Pensó en voz alta en respuesta a su tía.
La mujer frunció su ceño mostrándose extrañada por la actitud que había tomado la joven, ella no era así. Pensó.
─¿Que te pasa? Estas extraña. ─ Añadió.
La joven de dieciséis años suspiró llena de cansancio, fastidio, y aburrimiento, sólo quería entrar a su habitación y ponerse a leer algo. Desde que sus papás fallecieron, le faltaba demasiado color a su vida, y eso había sido hace ocho años, los mismos en los que tuvo que acostumbrarse a la ausencia de ellos, y ver cómo su tía se desvivía por hacerla feliz, y se esforzaba por querer llenar el hueco que sus padres habían dejado.
─Tía... ─ Soltó cansada. ─Golpee a un compañero para proteger a otro, era... el hermanito de una amiga. ─ Mintió, y al ver el rostro de eventual reclamo en su tía, justificó. ─ Sí, se que no soy defensora de nadie, pero ya pasó y no puedo hacer nada.
─¡Pero eso a ti no te debió haber interesado! ¡Por ese compañero que dices te suspendieron de la escuela! ─ La mujer de cabello castaño y ojos color miel se acercó a la joven y la miró con desaprobación, pero sin ser dura con ella.
─Ya lo sé... ─ Verónica sólo tomó su mochila y se puso de pie sin más, para luego retirarse a su habitación, dejando a la mujer en el sofá confundida y contrariada.
Las vacaciones obligatorias pasaron rápidamente en compañía de tres libros que Verónica aprovechó terminar, volaba con cada página de aquellas historias de romances idílicos, aventuras ficticias, y metafísica en gran parte, aunque también vivía empapada de historia universal. Era una joven que manejaba su gran intelecto en bajo perfil, astuta, sagaz, distraída, y pensativa.
Era una adolescente sin precedentes, no había nada típico en ella, porque todo la conformaba; Inteligente, capaz, liberal, retraída, social, malhumorada, dulce. Tenía la capacidad de hacerse invisible ante las personas que a su alrededor murmurban, pero también podía darle la cara al mundo y dejarlo bien plantado.
Soñadora y frágil, pero realista y cruda.
Una dualidad que siempre la había hecho vencer cualquier situación, y esperaba nunca dejara de ser así.
La chica luego de desayunar un par de huevos estrellados, beicon, y pan, se fue casi corriendo a lo que sería su regreso a la escuela después de su primera -Y única- expulsión, porque por su mente jamás pasaría estar en una situación igual. Llevaba su uniforme impoluto; De rayas negras verticales y horizontales en la falda tableada, y fondo color rojo con bastante opacacidad, blazer en un rojo vivo como el que no tenía la falda, y la camiseta blanca de mangas largas con un minúsculo lazo negro en el cuello vanguardista.
Poco tiempo duró en llegar al Instituto, y antes de que el timbre sonara, corrió a su clase para evitar llegar tarde, pero se encontró con una grata sorpresa.
Un niño de aproximadamente 1.60 metros, estaba recostado a la pared del que era su salón, su cabello era oscuro y ondulado, ondas que poco se notaban gracias a su corte bajo, piel clara y ojos cafés, mismos ojos que recordaba de hace tres días cuando miraron a los de ella con total agradecimiento.
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Mi jefa, es una mujer peligrosa.
Misterio / Suspenso¿Qué pasa si te reencuentras con la chica protagonista de tu efímero amorío juvenil? Y ahora, viviendo en la piel de tu jefa. Un joven hombre tendrá que soportar en carne propia la personalidad prepotente, déspota, y orgullosa de aquella mujer que e...