La mujer de cabello caoba fijó sus castaños ojos sobre el cuerpo parcialmente cubierto de su asistente, no disimulaba, era difícil, muy difícil cuando había visto y pasado por infinidad de cuerpos similares. Pero, no podía negar que el agua perlando el pecho medianamente trabajado de Marcelo, resultaba como un elemento de distracción justo ahora que su cabeza estaba perdida.Como bien lo había dicho, el joven no estaba como ella lo habría imaginado, de hecho, usaba unos pantalones cortos negros debajo de la toalla que hace unos minutos se había quitado.
Y ella tampoco había podido quitar su mirada de allí.
─Yo... yo creo que... Debo irme. ─ Verónica apartó su mirada del hombre, bajándola apenada, él se había dado cuenta de que sus ojos ya no estaban tan húmedos y rojos, ahora brillaban anhelantes.
¿Pero de qué?
─No creo que pueda llegar muy lejos en su estado. ─ Dijo Marcelo cruzado de brazos observando a la mujer pararse de la cama.
─Si un auto me atropella a mitad de camino, ese es mi problema. Yo tengo que irme. ─ Replicó fuertemente ella observando al muchacho con una mirada vacía. Aunque, una idea loca pasó por su cabeza al escuchar las palabras que había dicho sin pensar, el desinterés de Luciano podría verse afectado al enterarse que su dulce esposa estaría accidentada...
¿Por qué pensé esa tontería?
─¿Quién está hablando de autos y atropellos? ─ Cuestionó el chico un tanto molesto por las idioteces de su jefa. ─Simplemente usted no puede siquiera pararse bien, no llegaría hasta la puerta. Tiene que quedarse aquí.
El clima aún era un poco denso, y el sereno no había cesado desde que empezó, Verónica observó con asombro las plantas del jardín de Marcelo, viendo lo bien cuidadas que estaban, hizo poco caso a lo que el joven decía.
Hasta que sintió un peso hacer hundir el colchón a su lado. Tan cerca, que pudo sentir la piel fría del chico rozar con la calidez de la suya.
─¿Qué hace? ─ Preguntó mirando las piernas del castaño, sin ver a su rostro todavía. La mujer se sintió incómoda. ─Usted no... no toma escarmiento, no me haga despedirlo por abusivo.
─¿Por qué se pone tan nerviosa? ─ Preguntó el muchacho poniendo una de sus manos sobre el muslo de ella, quitándola rápido al darse cuenta de su osadía, pero sobretodo al ver la reacción de la pelirroja. ─No crea que me voy a pasar de listo con usted, no con ese olor a licor tan fuerte... Además, somos amigos, ¿No?
─Yo no soy amiga suya. ─ La ejecutiva hizo un poco de espacio entre ambos, manteniendo su postura seria y molesta. ─Y espero que no haya querido decir que se sobrepasaría conmigo de estar lúcida, eso hablaría igual de mal de usted.
─Hablas como un militar o algo así jajajajaja... ─ Marcelo volteó su mirada hacia la humanidad de su jefa, encontrándose con el perfil más bello que jamás había visto, su cabello rojizo sobresalía en pequeñas proporciones por entre el vendaje que tenía en su cabeza, su nariz era perfecta, demasiado perfecta, con un tabique recto justamente, y sus labios sutiles recubiertos de denso labial, acabando en un mentón con tamaño justo y la mandíbula aguda.
Verónica guardó silencio, y como muy poco solía actuar, se hizo taciturna en la habitación del joven.
─¿Está bien?
─Sólo quiero que me regrese mi espacio personal. ─ Respondió ella entre dientes mirando de reojo a su asistente, a lo que el reaccionó separándose un poco más de ella.
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Mi jefa, es una mujer peligrosa.
Mystery / Thriller¿Qué pasa si te reencuentras con la chica protagonista de tu efímero amorío juvenil? Y ahora, viviendo en la piel de tu jefa. Un joven hombre tendrá que soportar en carne propia la personalidad prepotente, déspota, y orgullosa de aquella mujer que e...