Capítulo 15 - Búsqueda de la serenidad.

70 4 0
                                    


Marcelo siguió a su jefa quien había abandonado la oficina a pasos agigantados y al parecer muy enojada, después de haberlo empujado hacia el sofá para sacarlo de su camino.

Tenía el genio enloquecido.

Cuando el chico por fin logró alcanzarla en la cafetería, se acercó a ella caminando cauteloso evitando ser insultado por la mujer de terrible humor.

─¿Qué es lo que le sucede a usted? No se ve muy bien que digamos. ─ Él la detuvo en frente del mostrador sujetándola por el mismo brazo que en la noche anterior su esposo había apretado. Obviamente la pelirroja se safó rápido de su agarre como si quemara.

─Usted tampoco se ve bien, no sea iluso, recuerde que hoy hay una junta muy importante. ─ Comentó ella en represalia a lo que su asistente le había dicho, al tiempo que tomaba un vaso con agua y bebía de él para tragar las pastillas que estaban en su paladar.

─Sabe que no me refería a eso... ─ Marcelo veía un tanto extrañado a la mujer tomando tres pastas blancas, luego miró hacia otro lado cuando vio la mirada de ella sobre él. ─Pero de igual manera gracias por el consejo.

La ejecutiva poco le prestó atención e  igual desvió su mirada hacia la ventana grande que estaba a su derecha.

─No me ha dicho que tiene. ─ Insistió en saber la causa de la palidez de la mujer.

─Sólo es un leve dolor de cabeza que me tenía atormentada, ya deje de acosarme con preguntas tontas. ─ Los pies de Verónica calzados con unas elegantes botas negras, la llevaron hasta la salida de la cafetería, sosteniendo el peso de su cuerpo que tanto ansiaba unas cuantas horas de sueño.

─Quédese a tomarse un café conmigo, no la demoraré mucho. ─ El chico se fue tras ella ofreciéndole algo para despertar sus sentidos, sin saber que lo que más deseaba ahora la agotada mujer, era descansar.

─No me provoca ahora, gracias. ─ A pesar de no haber probado nada a excepción de medicamentos en toda la mañana, desistió de quedarse ahí, el tiempo era oro y no pensaba desperdiciarlo tomando café con el tontorrón de su asistente.

Verónica suspirando se retiró del sitio caminando con afán, el chico no tuvo otra alternativa que seguirla hasta su oficina con el café en su mano.

Al llegar a la novena planta donde trabajaba la mayoría del personal asministrativo y financiero, Verónica caminó con más rapidez al ver que su reloj marcaba las 7:40 de la mañana, el trabajo esperaba por ella, y no podía darle la delantera al ocio, necesitaba culminar con la pesada jornada laboral para después ver que hacer con su vida. Marcelo caminaba animadamente a la vez que sostenía el café en su mano y daba pequeños sorbos durante el trayecto, el líquido homónimo a su esencia estuvo muy cerca de terminar en el saco de color negro que su jefa llevaba puesto, protegiéndose del frío.

Pronto el recuerdo de la vez que manchó uno de los vestidos de Verónica asaltó su mente, y el chico si bien no había sido culpable esta vez, se maldijo para sus adentros.

La ejecutiva se detuvo de repente al chocar con alguien y por inercia, el joven que venía caminando detrás de ella casi acabó sobre la espalda de la mujer.

Tan concentrado estaba en salvar su café, que no pudo ver el notorio cambio en el semblante de la economista al visualizar quien tenía en frente.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora