Capítulo 8 - "Fachada insana"

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Después de haberle ordenado a su asistente lo que debía hacer y el trabajo que iba a ejecutar, Verónica aprovechó unos cinco minutos para descansar, había llegado a las 5:15 de la mañana y desde entonces no paró de trabajar. Era el mejor escape que había encontrado para su mente, la cuál le estaba dando bastantes dolores de cabeza en los últimos días.

Con el reencuentro tan inesperado de Marcelo, ahora andaba más desquiciada que nunca.

Pero bien sabía disimular, era su especialidad. Mostrarle al mundo una fachada de lo que era su vida cuando realmente sucedía una cosa totalmente distinta.

Lo hacía desde hace muchísimo tiempo, y no pensaba cambiar eso.

La mujer estando sentada en su silla ejecutiva, echó su cabeza hacia atrás apoyándola en el acolchado material que estaba debajo de la cubierta de cuero negro, sus manos cansadas y su vista ya irritada la obligaron a tomarse un descanso, del que lastimosamente terminó siendo  víctima, y su organismo resultó cobrándole las pocas horas que descansó la noche anterior, haciéndola quedar rendida sobre la silla, de manera serena.

Marcelo trabajaba desde su oficina cómodamente, miraba algunos folletos que su jefa le había facilitado hace una hora para ayudarle en la revisión de un informe que un ejecutivo pedía, y según tenía cuestiones irregulares que debían ser resueltas. Temas de cifras, análisis, datos y demás.

─El setenta por ciento de las ventas del mes en el local del norte, estarían entonces confundidas con las otras ventas del punto del centro comercial. ─ El chico analizaba bastante cuidadoso el porcentaje de ventas de los locales de la ciudad, dos cifras se habían detallado mal. ─Este porcentaje....

El joven no alcanzó a terminar de pensar en voz alta cuando un grito lo sorprendió, e hizo sobresaltar en su puesto. Dejó el lápiz en la mesa, y se acercó a la puerta sin hacer tanto ruido.

─¿Cómo se te ocurre dormir en horarios de trabajo? ─ Gritó a regañadientes una voz masculina al otro lado de la puerta.

Marcelo abrió la boca asombrado.

─¿Qué? ─ Se escuchó la voz de la pelirroja un poco cansada, la mujer había arrugado su entrecejo confundida mientras hacía una mueca en un intento de sonreír medianamente.

─¿Bueno, me crees idiota o qué? ¡Estás borracha! ─ Gritó nuevamente aquella voz gruesa y madura, haciendo enfurecer a la mujer frente a él, y asombrar al chico detrás de la puerta.

─¡Usted no me viene a faltar el respeto a mi oficina! ─ Verónica reclamó en un tono bastante elevado, y supo que estaba al punto de un ataque de neura, por como sus manos temblaban ligeramente. ─¡El que está ebrio es usted, váyase!

El asistente en su pequeño recinto no sabía como actuar, la cuestión era demasiado seria, y ahora las cuerdas vocales de su jefa parecían desgarrarse.

─¡Vine por los documentos esos mal hechos que usted hizo! ─ El robusto hombre estaba que se caía de la ebriedad, no eran sarcasmos de Verónica, que ahora estaba como muñeca de trapo en las manos de aquel ejecutivo inconsciente de sus actos, sujetada por el cuello de su chaquetilla roja. ─¡Solo querías hacerme quedar mal con tus sucias cifras!

Que olor, iugh.

─Suélteme.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora