En la sala de juntas se respiraba un aire pesado y lleno de tensión, Albert observaba con detenimiento la carpeta con la información del proyecto que el arquitecto y Verónica proponían, era una propuesta muy tentadora y ademas haría que muchos más inversionistas quisieran comprar acciones en la empresa. Pero él no aceptaría así de fácil aquel contrato que parecía más una fachada, no se lo dejaría tan sencillo a ella.─¿Por qué tarda tanto para decidir? ─ Preguntó hablando muy bajo el chico que al lado de la pelirroja estaba, ella en respuesta a su imprudencia le dio un ligero golpe en el muslo por debajo de la mesa.
El joven se tensó.
─Cállate. ─ Susurró mientras seguía palmeando la pierna de su asistente sin ser consciente de su atrevimiento, su mano vagaba por el muslo fortalecido del chico hasta que notó lo peligroso de su acción y se detuvo.
Miró hacia la mesa y retiró todo contacto con el joven, parecía haber tomado consciencia de lo que hacía hace medio minuto y ella misma puso una barrera entre el muchacho y su persona.
Aveces sentía como si otra persona estuviera actuando por ella, y no lo podía evitar... Ni asimilar.
Por momentos, el maduro hombre miraba hacia donde estaba ella logrando percibir el nerviosismo de Verónica que no sólo se debía a la incertidumbre que en ella reinaba, mientras Marcelo estaba entre los dos notando la tensión que afloraba en su jefa, y aún con sus extremidades inferiores paralizadas por el toque de la mujer.
El silencio en el lugar era bastante incómodo, e inquietante, hasta que la voz cansada y grave del alto ejecutivo lo rompió.
─Esta junta queda postergada para mañana, donde les comunicaré mi desición. ─ Dijo levantándose de su puesto y recogiendo varios papeles sin mirar a los demás miembros de la junta directiva.
Todos los ejecutivos fueron retirándose uno a uno, mientras se despedían y hablaban entre ellos.
Y cuando en la sala sólo quedaban él, Verónica y su nervioso asistente, se acercó a ella a pasos lentos, seguro de sí mismo como siempre.
─Doctora Verónica, necesito hablar con usted. ─ Dijo estando ya frente a ella.
─Dígame... ─ Respondió la mujer con un tono de desagrado, sin mirarlo a los ojos.
─A solas, por favor. ─ Especificó Albert mirando por encima de los hombros a Marcelo. Era evidente que el hombre necesitaba a toda costa un momento de privacidad con la ejecutiva la cual se mostró inconforme con su petición.
─Pero mi asistente y el arquitecto tienen que estar presentes.. _ Verónica alzó una ceja estudiando a aquel hombre, trataba de entender que era lo que pretendía.
Ya lo sabes querida, no te hagas.
Silencio perra.
─No es necesario... ─ Dijo el tipo con una sonrisa deshonesta.
Verónica se dio media vuelta y miró al joven que estaba en el marco de la puerta esperándola, respiró profundo, y le pidió que se retirara.
─Ya lo alcanzo en la oficina. ─ Señaló la puerta y Marcelo algo extrañado se retiró, con pensamientos vagos rondando en su mente.
─Dígame. ─ Su voz tembló un poco, pero logró camuflar aquel nerviosismo con una tos asfixiante actuada magistralmente. No podía vivir bajo las influencias de su maldita cabeza culpable de mantenerla jodida.
─Quiero que vayamos a cenar, y esta vez no acepto un "No" por respuesta... Quiero conversar contigo sobre este tema más ampliamente, creo que eres la mayor interesada. ─ Él sin reparo pasó su mano por el brazo de la mujer sintiéndose en confianza con ella.
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Mi jefa, es una mujer peligrosa.
Misterio / Suspenso¿Qué pasa si te reencuentras con la chica protagonista de tu efímero amorío juvenil? Y ahora, viviendo en la piel de tu jefa. Un joven hombre tendrá que soportar en carne propia la personalidad prepotente, déspota, y orgullosa de aquella mujer que e...