Capítulo 5 - "Reliquia insolente"

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Se quedó grabado en mi mente como una reliquia.

Su rostro se volvió imborrable en su mente, era las más maravillosa reliquia que había guardado con recelo y esmero, con la lejana ilusión de que la vida le diera la oportunidad de tenerla frente a frente otra vez.

Y ahora que podía dar cuenta de los enigmas del destino, mismo que había puesto a aquella chica frente a sus ojos nuevamente, una sonrisa se pintó en su cara, sentía algo muy extraño dentro de él, un sentimiento que jamás había experimentado pero que lo llenaba de llana plenitud.

─Me pone nerviosa... ─ La pelirroja miró con recelo al joven, sus cejas se juntaron mostrándola confundida e inquieta. Luego endureció su voz con notable fastidio. ─¿En qué piensa tanto?

Marcelo volteó hacia ella y caminando a pasos lentos se acercó, hasta que estuvo justo en frente de la ejecutiva de rojos labios.

─Nada importante. ─ Dijo. ─Por favor enseñeme que debo hacer ahora.

La mujer no le dio tanta importancia al asunto y se fue hasta su escritorio, sentándose en él comenzó a explicarle al joven lo que ahora le correspondía hacer. El muchacho sentado en la silla frente a la ejecutiva, pareció ponerle mucha atención a lo que ella decía, e indicaba, pero seguía ensimismado en el mismo pensamiento que lo rondaba desde hace rato...

La observaba con deleite, con detalle y fijación, sentía una gran satisfacción por el momento que estaba viviendo, y que pensó que jamás podría volver a experimentar. El corazón le estaba latiendo demasiado rápido a causa de la emoción que mantenía en bajo perfil, y sus oídos sólo escuchaba una fina melodía salir de los labios de Verónica.

Sí, ella era Verónica, ahora estaba más que comprobado, jamás vería una mirada así en otra persona, nunca podría confundir aquella voz, tan sutil, frágil, y aveces grave, con tono arrogante y feroz, ella era todo eso, parecía protegerse bajo su propia capa de inmunidad capaz de repelar a cualquier persona. Solo la escuchaba entretenido, imaginando que frente a él estaba la adolescente de castaños cabellos y dulce sonrisa leyéndole una página de sus más favoritos libros tan entusiasmada.

─Y entonces usted tendrá que organizarme algunas reuniones con estos distribuidores... ─ Decía la mujer, escupiendo las palabras una tras otra, viendo su computador y dando indicaciones rápidas. Aún no notaba lo elevado que estaba el chico. ─También quiero que me ayude con las estadísticas financieras acerca de las ventas de algunos locales...

"Paul tuvo que irse y Elizabeth contempló la luna recordando su fría  mirada mientras su espalda daba al joven que marcaba sus pasos lejos de ella..."

"Es una historia un poco triste, ¿No crees?"

─¿Qué? ─ Marcelo preguntó a Verónica, inmerso en el juego que su imaginación mantenía con él, y con el recuerdo presente de aquella mañana debajo del mismo árbol de manzanas que había en un recóndito lugar del patio de la escuela, donde el césped era cortado pocas veces y las flores crecían sin limitaciones.

─¿Qué?, ¿Cómo así que 'Qué'? ─ Ella se levantó de la silla y miró al chico, que apenas se daba cuenta de que había estado elevado todo el tiempo en que ella le explicó, y absurdamente la imaginaba contándole una trágica historia de amor. ─¿Usted no me estaba atendiendo?, ¿En qué diablos piensa tanto?

Su cabello se movió con ella de manera armoniosa cuando la mujer gritaba a regañadientes a su asistente, lo llevaba ligeramente ondulado y voluminoso, pero incluso así dejando un lado con más volumen. Su blusa era blanca, en dacron, abotonada por la parte delantera y con unos detalles negros en el cuello que le añadían mucha elegancia a la simplicidad de la camisa.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora