Marcelo se encontraba sentado en una de los lugares de la cafetería bebiendo un jugo de naranja intranquilo, le había tocado abandonar la oficina después de que su jefa le pidiera dejarla hablar a solas con el maduro hombre nuevamente.
─ Se ve que tiene tan poca clase ese tipo. ─ Dijo en voz baja con un gesto despectivo mirando su bebida pensativo. Sabía que el tal Albert vivía sobre billetes, ¡Nadaba en ellos! pero aún así, el tipo tenía muy poca educación, o por lo menos de esa manera lo había demostrado últimamente.
No podía negar que empezaba a sentirse abrumado y bajo una extraña incertidumbre por el misterio que mantenía su jefa con el alto ejecutivo, tantos momentos a solas, la tensión que se respiraba cada vez que el uno estaba en presencia del otro. La cuestión se le hacía demasiado sospechosa.
De pronto, sintió una presencia delante de él acompañándole, y se vio obligado por educación a levantar la mirada, encontrándose con una muy bella joven de cabello negro sentándose al otro lado de la mesita, tenía un postre de frutilla en la mano.
─Hola, disculpa jeje... ─ Saludó risueña. ─Te vi bastante solo y pensativo, ¿Estás bien? Casi no se te ve por los pasillos de la empresa.
Marcelo al observarla con detenimiento se dio cuenta de que era la chica de recepción.
─Hola, estoy bien, jajaja gracias, y sí, la verdad es que trabajo demasiado y cualquier tiempo libre es tan mínimo que lo aprovecho descansando dentro de la oficina... ─ Comentó sonreído. ─Para que la señora Verónica no me regañe por andar merodeando por ahí jajajajaja.
El chico rió olvidándose de los pensamientos tormentosos que hace un rato lo aquejaban.
─Te entiendo, yo me acabo de escapar un ratito para venir a merendar algo, sólo espero que mis jefes no me vean. ─ Dijo la muchacha en un tono divertido, haciendo que el joven demostrara la preocupación que ella no.
Marcelo siempre había sido muy cauteloso.
─¿Dejaste la recepción sola? ─ Preguntó con un gesto de asombro plasmado en su cara, pensando en lo arriesgado que podría ser lo que la chica hacía, y concluyendo. ─Eso es difícil de disimular.
─¡Claro que no! Jajajaja, dejé a una amiga cubriéndome... Pero ahorita bajo, apenas termine esta delicia. Es lo que pido siempre. ─ La joven recepcionista le dio una sonrisa ligera a Marcelo, demostrando total tranquilidad mientras hablaba. Acostumbraba a hacer lo mismo desde hace un buen tiempo, y nada había pasado con su puesto.
Era una mujer muy despreocupada.
─Se ve muy bien, supongo que debe estar muy bueno. ─ Añadió él mirando la tarta de frambuesas que deleitaba el paladar de la pelinegra, estaba recubierta con una especie de crema de leche y galletas, a la vista saltaba la cantidad de azúcar que contenía aquel postre.
─Prueba, y me dices que tal. ─ Para sorpresa del joven, ella le ofreció de su plato un bocado de la exquisita torta, y él sin pesarlo dos veces, aceptó el dulce ofrecimiento.
─Muy rica... ─ Contrario a lo que él pensaba, el postre no era tan dulce como se veía, el sabor era muy variado y delicioso al gusto del joven. Fue por ello que decidió pedir un manjar igual para él mientras regresaba el plato a su dueña. ─¿Sabes qué? Voy a pedir una de estas, me gustó muchísimo.
─Sabía que te iba a gustar. ─ Dijo la recepcionista entusiasmada. Luego el tono en su voz cambió. ─Pero, creo que no deberías demorarte demasiado, aquí todos conocemos em genio de tu jefe y seguro está echando humos por la nariz al ver que aún no llegas.
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Mi jefa, es una mujer peligrosa.
Mistério / Suspense¿Qué pasa si te reencuentras con la chica protagonista de tu efímero amorío juvenil? Y ahora, viviendo en la piel de tu jefa. Un joven hombre tendrá que soportar en carne propia la personalidad prepotente, déspota, y orgullosa de aquella mujer que e...