Capítulo 22 - "El fuego de un ángel"

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─¡Oiga! ─ Gritó una voz ajena. ─ ¡Suéltela! ¡Abusivo!

Una sonrisa que juraba era la más cínica y demoníaca de todas, lo hizo arder en furia. Ahora un señor setentón amenazaba con golpearle la cabeza con su bastón de madera.

Y todo por ella.

Había sucedido todo tan rápido, había caído en su trampa.

----------------- Minutos antes. -------------------

─¿No va a contestar? _ Preguntó Marcelo mirando hacia la bolsa de Verónica.

─No.

─¿Y si es urgente? ─ El chico insistió.

─Nada es urgente en esta vida, Marcelo. ─ Ella dejó el teléfono sonar hasta que este dejó de timbrar. No sabía porqué, pero lo único que le interesaba era escuchar los latidos que del pecho del joven provenían.

Aunque si sabía porqué, estaba borracha, y simplemente, sería capaz hasta de tirarse a nadar en el lago, hasta que sus brazos se cansaran y el agua se la tragara.

Como un tambor constante, suave, lento; Sonaba las estocadas del corazón de Marcelo. Estaba nervioso, y no quería hacérselo saber a la pelirroja, aunque era consiente de que ella lo notaría estando recostada sobre su pecho.

Bajo el azul oscuro e imponente del cielo colmado de nubes, el sólo roce de sus labios contra su piel hizo que perdiera la cordura. Como ella.

La mujer dejó un pequeño beso sobre la mejilla izquierda del moreno, e inhaló el perfume que su piel desprendía. En un jugueteo con sus manos, el frío se coló por el pecho descubierto del joven, su camiseta ya tenía más de cuatro botones desechos, y ahora la mujer iba por la cremallera del pantalón.

─¡Hey! ¿Qué le pasa! ─ Gritó bastante consternado y confundido Marcelo. Tenía la mente bloqueada, y no sabía si seguirle el juego o detenerla.

Su cabeza no respondía. Pero, su cuerpo sí.

Dios, esto no me puede estar pasando...

La ejecutiva se sentó a horcajadas sobre su pelvis, y de un sólo tirón, bajó el cierre de su pulcro vestido. Todo a su alrededor se veía borroso, las luces encandilaban sus ojos, y la profunda oscuridad del bosque la  cegaba, sólo podía ver palpando, oliendo, saboreando. Era así como estaba sintiendo al joven debajo de ella, su boca relamió la piel tibia del pecho del muchacho, mientas que una de sus atrevidas manos querían juquetear más abajo.

Todo era demasiado excitante, la soledad en la intemperie, la brisa fría que la obligaba a abrazarse a él, y sus cuerpos tibios generando más calor. ¿Pero quién era él? ¿Quién podría ser aquel hombre de brazos fuertes y manos bonitas? ¿Larry? ¿Habría finalmente accedido a sus proposiciones? ¿Luciano? ¿Fredd? ¿Timothy? ¿Carl?

Trató de aclarar su mente, y su vista. Enfocó su mirada hacia el rostro del muchacho justo cuando este la apartaba abruptamente de él sujetando sus brazos, tan fuerte que parecía quemarle la piel.

¿Marcelo? ¿Su asistente?

La mujer se ruborizó avergonzada, al tiempo que negaba una y otra vez con la cabeza. La posición ya no era cómoda, y ambos estaban robando espacio personal de cada quien.

Justo en aquella escena, entró una voz nueva en acción.

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─¿Qué no me oye? ─ Gritó el mismo señor que se aproximaba como una turba hacia ellos.

Marcelo soprendido y visiblemente lleno de confusión soltó rápidamente a la mujer, que también se alejaba de él.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora