Capítulo 13 - "Atormentada"

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Su corazón latía desbocado. Su mente estaba bloqueada. Sus manos temblaban.

Verónica miraba con el entrecejo arrugado al tipo que estaba justo adelante de ella, no sabía cómo diablos había terminado en aquella situación, con el labial regado al rededor de su boca, y untado en la de él... Él, Albert la había besado de manera imprevista, la había besado como si sus días estuviesen contados, como si fuese la primera y última vez que sus labios tocaran la piel de una mujer.

La ejecutiva quiso separarse del hombre que ahora sostenía su cabeza con ambas manos, y mantenía el cuerpo de ella sobre sus muslos, sentada encima de él, en la manera cómo el tipo imaginaba tenerla a toda su disposición. Verónica estaba demasiado nerviosa como para lograr una reacción que pudiese detener al hombre que no dejaba sus labios quietos, besando por uno de los hombros despejados de la pelirroja.

Sabía que debía largarse de ahí. Lo que había sucedido no volvería a repetirse.

─¿Qué le pasa señor Alb.. ─ Verónica no alcanzó a espetar, cuando el tipo acercó con sus manos la cabeza de ella hasta su rostro, atrapando sus labios hinchados mientras su boca se movía frenéticamente en contra de la resistencia de la mujer.

Mismos labios que se fueron deslizando por el cuello femenino, mientras la dueña de este miraba hacia abajo condenándose por la carencia de carácter en aquel momento. Tenía miedo, muchísimo miedo de lo que él pudiera hacerle, y miedo de las sensaciones inesperadas que empezaban a invadir su cuerpo.

─No me vuelvas a llamar Señor, para ti soy solo Albert. ─ Soltó

Verónica abrió los ojos fuera de órbita, indignada, consternada, no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban.

No quería estar ahí.

─No, pero....

Bien dicen que el miedo paraliza a las personas, y aquello era la única explicación que la misma Verónica encontraba para su quietud ante el tipo que besaba con lascivia su clavícula descubierta, sabiendo que era una persona histérica, impulsiva, y hasta esquizofrénica.

Sí, justo eso.

─Ya basta... ─ Susurró.

─¿Quieres que tu proyecto se lleve a cabo? ─ Empezó con la manipulación que tenía planeada desde un principio, aunque sabía que ella no iba a caer muy fácil. ─Parece que ya no te interesa mucho.

Antes de esperar respuesta, sus manos se dirigieron hasta las atractivas piernas de ella acariciándolas sin reparo, alimentando su atrevimiento al subir con delicadeza las manos hasta su cola, acción que encogió el corazón de la ejecutiva, y la volvió una tormenta de nervios.

Albert sentía que la fantasía vivida era más de lo que algún día esperó, estaba dentro de un muy placentero sueño y no pensaba despertar.

El primer jadeo llegó por parte del hombre que movía sus manos de forma descarada por la espalda baja de la pelirroja, fue cuando la voz de ella se hizo notar, exigiendo que él parara.

─No...

Si.

¡No!

Solo déjate consentir...

Verónica apretó sus puños llena de ira, deseando golpear su cabeza con la pared de concreto que más próxima estuviera a ella, pero recordó que estaba en un auto, encerrada, con un tipo que estaba dispuesto a cualquier cosa con ella, encerrada con los demonios que la volvían una desquiciada.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora