─Me gusta el vino, deberías traer un poco. ─ Dijo aquella voz femenina.Pero no tuvo respuesta alguna.
─¿Qué sucede? Muchacho.... ─ Ahí estaba, no lo reconocía.
Su pálida piel se mezclaba con las sábanas blancas de la cama, y el color vibrante del cabello de la susodicha, hizo un fuerte contraste, al igual que sus prendas color vino.
─¿Qué te pasa? ─ La mujer se puso en pie, y el joven frente a ella, se paralizó más de lo que ya estaba.
No era para menos, la musa de sus sueños se veía como una verdadera deidad, lucía sacada de una pintura, y se asemejaba a una escultura mitológica. Tal vez exageraba, tal vez estaba tan encantado que sólo podía mirarla de aquella manera, como su diosa.
Su religión.
─No. ─ Susurró reprendiendo sus pensamientos, no dejaría que una ejecutiva con lencería color vino, lo embrujara.
─¿Le molesta como me veo? ¿Es eso? ─ Preguntó la pelirroja bastante cerca del moreno, incluso, acorralándolo en la pared. ─Sépase que no hay nada en esta vida que me pueda causar inseguridad...
─Doctora, por favor...
Verónica recibió como un cubetazo de agua helada al escuchar aquello, al reconocer la voz de su asistente. Abrió los ojos horrorizada, observando sus fachas, ¿Qué demonios iba a hacer?
─¡Marcelo! ─ Gritó demasiado nerviosa y exaltada. ─Yo... Dios mío, no se que hago así, discúlpeme....
No podía dejar de ver a un niño frente a ella, totalmente anonadado por lo que sus inocentes ojos veían. Para ella era aquel chico de la escuela, y jamás dejaría de serlo.
─No sé como pasó... ─ Continuó. Y al tiempo, se subía el vestido que estaba ya por su cintura, dejando a la vista las pechos cubiertos por un sostén de intenso color vino. ─¡Qué vergüenza con usted!
─Yo...
─¡Me voy a ir ya mismo! ─ Exclamó Verónica con desdén, miró fríamente al joven, e intentó salir. ─No puedo estar cerca de usted en estas condiciones.
La mujer con su vestido a medio arreglar y el cabello no tan perfecto como lo llevaba hace unas horas, caminó despavorida hacia la salida de la habitación. Apesar de que no lograba ver muy bien, sabía ubicar el lugar, y podía identificar con claridad el rostro de Marcelo. Viéndola de una manera que no le gustaba.
─No... ─ El chico la detuvo, y evitó su salida. ─No.. no puede irse así.
─¡Esto no está bien, Marcelo! ─ Ella se safó de su agarre y lo vio con verdadera ira. ─No sea idiota y déjeme ir.
─¿Por qué no está bien? ─ Preguntó el hombre notándose fastidiado. Aún no olvidaba lo que había escuchado hace unas horas, lo que Lauren le dijo, y la manera como le explicó las actitudes nefastas de su jefa.
Reprimió todos los pensamientos negativos en contra de su ángel, apretó fuerte los ojos evitando verla, e imaginarla haciendo todo lo que Lauren decía. Él jamás cuestionaría a Verónica.
Y ella, ella sintió la cabeza darle un tirón, la pregunta llena de insinuaciones de él, la había atolondrado muchísimo. Y ahora estaba confundida.
*
─¿No me digas que no le has puesto los cuernos a tu marido? Eso sería muy descarado de tu parte, por lo menos acéptalo.
Albert apareció en su mente para atormentarla, su voz tan sonora, la frialdad de sus ojos grises, y la lascivia de su mirada. Tenía miedo ahora, podía oler su propio aliento alcoholizado, y sabía que ahora más que nunca, estaba fuera de sí.
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Mi jefa, es una mujer peligrosa.
Misterio / Suspenso¿Qué pasa si te reencuentras con la chica protagonista de tu efímero amorío juvenil? Y ahora, viviendo en la piel de tu jefa. Un joven hombre tendrá que soportar en carne propia la personalidad prepotente, déspota, y orgullosa de aquella mujer que e...