Capítulo 6 - "La soledad no es para siempre"

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Marcelo caminaba por los pasillos de la empresa curioso, con la cabeza igualmente nublada al ahora haber presenciado cómo un hombre se llevaba de la nada a Verónica. ¿Quién era?

Aquel interrogante le carcomía cada vez más la mente.

Luego de unos minutos de recorrer todo la planta, volvió a la que era la oficina de ella, estaba tan ansioso por que llegara lo más pronto posible. Justo antes de entrar al lugar, escuchó unas voces femeninas provenientes de unas oficinas cercanas, y conducido por ellas descubrió a un par de mujeres murmurando.

─Que tipazo, ¿No? ─ Comentó una.

─Esa señora es de una suerte... ─ Replicó la otra, y Marcelo notó algo despectivo en el tono de la mujer.

─Y otros dicen que el afortunado es él. _ Añadió casi riendo una voz joven. ─Pienso que Verónica tiene demasiada suerte, él daría la vida por ella... Ay no, ¡Es tan romántico!

─Cómo exageras, para mi son un témpano de hielo ambos dentro de las oficinas, ella actúa como si él fuera un extraño, aveces me da pena con el pobre hombre.

¡Qué sorpresa!, parece que en ninguna empresa faltan las chismosas.

Ahora... Romántico, afortunado, suerte, dar la vida, ambos. Esto huele muy mal.

─Disculpen... ─ Con su fuerte voz el chico se hizo notar y las que al parecer eran secretarias se dieron vuelta para verlo.

El muchacho lleno de intriga avanzó hacia el escritorio que allí estaba y amablemente sonrió.

─¿Eres el nuevo asistente? ─ Preguntó la chica que recientemente había hablado, lucía simpática y bonita, era delgada, un poco mediana, de cabello lacio de tono castaño claro y ojos oscuros. Una mujer menuda pero bastante atractiva.

─Sí, soy yo. ─ El joven sonrió cordial tanto a ella como a la mujer que la acompañaba, esta era un poco mayor que la chica. ─Mi nombre es Marcelo.

─Mucho gusto. ─ Dijo la joven de aparentemente unos veinticinco años, poco después estrechó la mano del chico. ─Soy Lauren, secretaria de vicepresidencia.

Él regresó el saludo a la joven, y luego a la otra mujer que estaba al lado de esta.

─Yo soy Nataly, asistente del gerente de contabilidad. ─ Agregó la otra mujer, de cabello rubio corto hasta los hombros, y ojos intensamente azules.

─Un placer... ─ Marcelo sin dar más rodeos, preguntó a las mujeres a cerca del hombre que hace un rato había salido. ─Disculpen, ¿Quién es el señor que salió hace rato ya?

Señaló la puerta de la oficina de Verónica para ser más puntual.

─Un bombón, un caballero... ─ Respondió la chica fantaseando con el alto castaño esposo de la ejecutiva, claro que si ella la sorprendía en esas, le sacaría los ojos por mirar a quien no debe. Lauren olvidó al abogado y luego suspiró por el maduro hombre que presidía la compañia, de ojos grises y mirada penetrante. ─Aunque el presidente de esta empresa tambien es una preciosura, estamos llenos de dioses pero ninguno de ellos pondría sus ojos sobre nosotras.

Nataly interrumpió a la soñadora joven para responder al expectante muchacho.

─No le haga caso, delira con medio personal masculino de la empresa... ─ La mujer tenía una voz medianamente grave y dura, su aspecto era de una persona bastante seria. ─El hombre es el esposo de la señora Verónica, viene frecuentemente por ella.

¿Qué?

El joven al oir esas palabras casi se va al piso desmanejado, era demasiado difícil disimular su descontento con la noticia que le cayó como balde de agua fría. Estaba sorprendido... y sin palabras.

Mi jefa, es una mujer peligrosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora