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     —No sigas enojada.

     —¿Por qué elegiste ese conjunto para mí?

     —Desde pequeña siempre te quejabas de tus inseguridades. Tu cuerpo, tu rostro y tu cabello. Tryson, eres perfecta y puedes usar lo que quieras —responde con seguridad.

     —No vuelvas a decir mi apellido —pido, pero la sonrisa no se borra de mi rostro.

     —Quiero que te sientas segura. Y si eso requiere que te obligue a usar ese tipo de ropa, lo haré.

     En este momento solo puedo ver sus ojos y recordar todas las veces que me vio llorando por sentirme insuficiente. Él en verdad me prestaba atención, me escuchaba y quiere ayudarme. No voy a negar que en sus tiempos como mi amigo imaginario, pensé que me miraba pero su mente se concentraba en otras cosas. Ahora esas especulaciones desaparecen.

     —No es por cambiar tu forma de ser o tus gustos...

     —Lo entiendo —interrumpo.

     —Dime, ¿quieres helado?

     —Claro.

     Vamos a comprar el helado, yo chocolate y el vainilla. Nuestros sabores favoritos.

     —¿Es una cabina de fotos? —pregunta sorprendido.

     —Creo que sí —respondo mientras trato de enfocar mi mirada.

     Antes de que pudiera lograrlo, él ya me lleva de la mano como niño pequeño llevando a su madre a la tienda de dulces. Entramos a la cabina y hacemos gestos y poses raras para tomarlas.

     —Son geniales —comenta al ver la pequeña tira.

     Recorta con delicadeza dos de las cuatro fotos.

     —Toma. —Me entrega las que me corresponden.

     Terminamos de comprar las cosas que faltan y ahora caminamos el tramo restante para llegar a casa. Lo hacemos en un silencio incomodo hasta que el decide romperlo:

     —Fue una gran cita. ¿No crees?

     Me detengo al escucharlo. Voltea a mirarme confundido. Entrecierro los ojos y esbozo una sonrisa burlona.

     —¿No que no lo era?

~~~

     Algunos días pasaron y tengo la sensación de que estoy creando nuevos sentimientos hacia Bruno. Aunque no todo es color rosa. La relación con mi madre y Thomas comienza a decaer. Al parecer sólo puedo concentrarme en mis cosas. A ellos les agrada mi dedicación y autonomía, piensan que mi alejamiento se debe a cosas de la escuela y problemas sociales que debo de solucionar. Es todo lo contrario, mi cabeza gira solo en una persona: Bruno.

     —No te muevas.

     —Creo que fue una mala idea el que me maquillaras.

     —Sólo falta el brillo labial. —Lo tomo y lo aplico.

     —¿Fresa? —pregunta mientras prueba un poco.

     —Es cereza.

     —Estoy seguro que es fresa, pruébalo. —Voy a aplicarme pero él me lo impide–. Hazlo desde mis labios.

     Mi corazón se detiene por unos segundos y comienzo a sentir como si flotara. Creo que a eso se refieren cuando hablan sobre estar enamorada.

     Lo miro con los ojos abiertos y meneo la cabeza negando su descarado ofrecimiento.

     —Tengo que ir por la cena.

     Me levanto de la cama, el jala mi brazo acercándome a él. Con sus dos manos toma mi rostro y lentamente junta sus labios con los míos. Es un pequeño y delicado beso. Solo un contacto.

     —Te dije que era fresa —dice al separarnos.

     ~~~

     Mañana es la tan esperada fecha, no hemos tocado el tema de lo sucedido hace dos días, lo cual agradezco.

     —Tengo algunas ideas en mente.

     Bruno comienza a preocuparse por su futuro. Dentro de un par de semanas cumple diecinueve años y entrará a la universidad igual que yo.

     —¿Como cuáles?

     —Podemos vivir juntos.

     —Ya lo hacemos —respondo divertida mientras abro mi casillero.

     —Me refiero a vivir solo tú y yo en otra casa. Un lugar en donde no tenga que esconderme.

     Me niego a pensar en el futuro. Ya se lo habia explicado a Salma y a Richard con anterioridad. Tal vez si trato de decírselo a Bruno, no lo tomará de una buena manera. Después de todo yo fui quien ocasionó todo esto.

     —¿Qué dices Clea?

     Trisha se acerca antes de que pueda responder. Esta posa su brazo al rededor de él.

     —Siempre los veo muy juntos —comenta.

     —¿Hay algo de malo en eso? —pregunto tratando de sonar desafiante, cuando realmente estoy nerviosa. No quiero otra enfermedad imaginaria.

     —¿Son novios?

     —No.

     Noto a Bruno serio. Es una seriedad nerviosa. Como si tratara de no hablar para que algo no salga a la luz.

     —Me alegro saber eso. Pensé que todas esas citas que tuvimos después de la escuela no iban a servir.

     ¡Por supuesto! Eso es lo que hace después de clases para llegar tarde a casa.

     —Los veo en la fiesta de mañana. Cuidate Clea.

     —Me conoces antes que a ella y no llamas «cita» a lo que tuvimos el sábado —protesto cuando Trisha se aleja.

     —Es diferente.

     —No lo entiendo.

     —Tú eres mi mejor amiga.

     Mi madre dice que cuando sientes un vacío instantáneo, tus ojos se llenan de lágrimas y quieres desaparecer en ese momento. Bueno. Es por que te han roto el corazón. Y eso es lo que siento después de haber escuchado sus palabras.

     —Entiendo, estás enamorada de mi —dice al notar mi silencio.

     —¿Qué? Yo nunca dije eso —difiero con desesperación.

     —Claro, ahora puedes negarlo.

     —Pues es un rotundo ¡no!

     —¡Auch! –grita y toca su corazón simulando apretar una herida falsa—. Te dejaré en tu clase antes de ir a la mía.

     Comenzamos a caminar.

     —Ahora que me doy cuenta —lo volteo a ver— la mayoría de tu ropa es color negra.

     —Tengo una camisa rosa, tal vez si me la pongo te enamoras más de mi.

     —¡No lo estoy!

     Bruno se dedica a hacerme la vida imposible con desagradables juegos de palabras y burlas como estas. Son divertidas, pero me frustra no tener la razón o la última palabra.

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora