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     —¡Clea!

     Los gritos de mi madre hacen que me despierte. Veo la hora, faltan quince minutos para que mi alarma suene. Bajo las escaleras encontrándome a una Khate desesperada buscando algo en la sala.

     —No encuentro el disco con la presentación de mañana.

     —¿Revisaste en tu oficina?

     —¿Por qué crees que estoy buscando aquí?

     —Tiene una hora así —agrega Thom.

     —Busca en el ático. Anoche subiste unas cosas.

     —Tienes razón.

     Ella se va corriendo. Me domina el sueño. Si duermo tres horas es una ganancia y un logro para mí.

     Mitad de mi cuerpo cae bruscamente en el sillón.

     —Tu madre es más dramática que mi anterior esposa.

     —Dicen que las segundas vueltas son las mejores —comento mientras trato de quitar el cabello de mi cara.

     —¡Lo encontré!

   
     Después de ver el baile feliz de mi madre al encontrar el disco, subo a mi habitación para alistarme.

     —El cumpleaños de Thomas es en cinco días. Deberías de invitar a Noah —sugiere Kathe entregándome una manzana.

     Cierto. El cumpleaños de Thom es el mismo día que el de Bruno. ¿Por qué toda mi vida tiene que tener relación con él?

     —Le preguntaré.

   
     Thomas me lleva a la escuela. El día es deprimente, el sol se esconde entre las grandes nubes grises. Las ráfagas de viento son menos consecutivas. Lo cual es bueno para mi cabello.

     Agradezco y bajo del coche al llegar. Richard no vendrá debido a un viaje familiar. Salma tampoco lo hará ya que su hermana menor la obligó a comer un pastelillo con cubierta de crayones derretidos, los cuales no tenían la etiqueta de «no tóxico» Eso hace mi día peor.

     Abro mi casillero y busco los libros que usaré hoy. Lo cierro, Bruno está a un lado mirándome.

     —Necesitas un abrazo —asegura.

     —Sí, pero no tuyo.

     —Desde las siete de la mañana puedo sentir tu tristeza. Creo que soy el indicado.

     Levanta sus brazos y se queda en esa posición por unos segundos. Al no ver respuesta de mi parte, toma mis manos y me pega a su cuerpo.

     —No nos ven, aprovéchalo.

     Recorro mis manos lentamente por su espalda y me aferro a él sintiendo un ligero cosquilleo en los dedos. Refugio mi cara en su cuello oliendo su delicioso perfume. Odio admitir que esto es reconfortante.

     —Lamento todo lo que te he hecho.

     —Quiero a mi gato devuelta.

     —Michael se encargará de eso. Estará en tu habitación antes de que llegues.

     Suelto una pequeña risa.

     —¿En dónde compraste el anillo?

     Me separo rápidamente de él.

     —No lo tenías antes —agrega.

     —Es un regalo de Salma.

     —Es un anillo para hombre.

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora