Son las siete de la mañana y soy la primera de los cuatro en levantarse.
Bajo a la cocina y me preparo un té caliente. El día es soleado a comparación de otras veces. Esto no evita que el aire frío ronde por las calles. Decido salir y disfrutar del té. Me siento en el columpio ubicado en el porche de la casa. Muevo mis pies hacia adelante y hacia atrás alternadamente como una niña pequeña.
—¡Tryson! —grita Zach corriendo hacia mí.
Zach es el hijo de Rogers. Tiene catorce años, viste con grandes playeras y pantalones adornados con cadenas. Tiene un estilo único. El señor Rogers se divorció de su ahora ex esposa hace un poco más de un año debido a una infidelidad por parte de él. Zach y su madre se fueron a vivir a Toronto, Canadá. Vienen algunas veces en vacaciones. Zach y yo siempre fuimos amigos desde que llegué a este vecindario. Nos conocemos muy bien aunque el tenga otros sentimientos por mí.
—¿Qué haces aquí? —pregunto cuando lo tengo cerca—. Aún no son vacaciones.
—Lo sé. Mamá tiene algunas cosas que arreglar aquí y decidí acompañarla para poder verte —responde.
—¿Y la escuela?
—Tengo un permiso de tres días
—¿Te quedarás con tu padre?
—Sí. Solo hasta el martes —aclara y mete las manos en los bolsillos de su pantalón—. Tal vez podemos tener una cita antes de irme.
Rio ante su sugerencia. Por lo visto aún no ha cambiado su forma de ser y su descarado coqueteo.
—Cuando tengas diecisiete, llámame.
—¡No! Cuando tenía once dijiste que te buscara a los catorce. ¡Ahora los tengo! —protesta con furia.
—Y yo tengo diecisiete.
—Eso no impor... Ya entiendo. Siempre serás tres años mayor. ¡Es injusto!
—La vida no sería vida si todo fuera justo —digo en forma de consolación.
Richard abre la puerta y se asoma. Sus ojos aún siguen entrecerrados y su pijama arrugada.
—Hola Zach.
—Hola Richard.
—Clea, Ivan ya tiene que... —Un largo bostezo lo interrumpe— irse.
—¿Quién es Ivan?
—El cuñado de Clea. —Chard se apresura a responder.
—¿Tienes novio?
—Sí —respondo con la esperanza de que sea suficiente para detener su acoso.
—¿Salma está soltera?
Negamos.
—Iré a llorar.
—¡Suerte! —gritamos al ver que se aleja.
—¡Dios! Nunca he visto a ese niño libre de testosterona —expresa Richard con fastidio.
Antes de subir a la habitación pasamos a la cocina en busca de barras de cereal y jugos embotellados para el desayuno.
Bruno está acostado en la cama e Ivan guarda su celular en el bolsillo trasero de su pantalón.
—¿Cuando volverás?
ESTÁS LEYENDO
Deseo a Bruno
Teen FictionClea Tryson es adicta a las listas. Es fiel creyente de la organización y goza de una estabilidad emocional casi perfecta. Todo comenzó con su primer lista, hecha desde los seis años, en la cual anotaba todos los deseos que pedía enumerados del uno...