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     Clea, seis años. (Recuerdo)

     —Esta es tu armadura príncipe Bruno.

     —¡Wow! Es fabulosa.

     Pongo una taza de té en la mesa y le doy un par de galletas a aquel apuesto caballero de ojos azules.

     —Papá y mamá dicen que no eres real.

     —¿Y tu crees eso?

     —No lo sé. —Me encojo de hombros y sigo tomando el té, imaginario, como él.

     —¿Sabes por qué soy tu valiente caballero?

     —¿Porque eres mayor?

     Él ríe ante mi inocente comentario.

     —No Clea, lo soy ya que siempre estaré para ti, y te voy a salvar de lo que sea.

     —¿Tomarás té conmigo todos los dias?

     —Lo haré.

     Mantiene unos minutos en silencio. Bruno me observa, dice que me admira como yo admiro a la luna todas las noches.

~~~

     Clea, nueve años.

     —¿Cual fue tu deseo de cumpleaños?

     Se sienta en mi cama, seguro de que mi respuesta será la que quiere obtener, pero será todo lo contrario.

      —No te lo diré.

     —¿Por qué?

     —No puedo, tonto, si te lo digo, no se cumplirá.

     —¿Tanto te importa?

     —Sí.

~~~

     Clea, once años.


     —Y tengo una lista, anoto cada deseo, cada fecha y hora en que los pido.

     —Si pudiera ser real, tardaría más en llegar cuando me necesitaras. – Explica Bruno después de confesar de que trataban los deseos que pedía.

     —No me importa.

     —Tienes once años. A esa edad yo tampoco podía comprender algunas cosas.

     La puerta se abre, es mi padre con un sobre en la mano, este, no se puede mantener en un solo lugar, ¿Joe está temblando? Nunca lo habia visto de esta forma.

     —Clea, necesitamos hablar.

     Volteo a todos lados buscando a Bruno, pero él no está. Se ha ido.

     —La abuela, ella ha fallecido.

     ~~~

     Clea, catorce años.

     —¿Me escuchas?

     Me acuesto en el suelo, los dedos de mis manos están entrelazados encima de mi estómago, espero una respuesta, espero verlo de nuevo.

     —Mi cumpleaños es en dos días, según la lista pediré el deseo número cien. —Doy un largo suspiro, las lagrimas comienzan a caer a los lados de mi cara, bajan lentamente–. Y creo que será el último.

     ~~~

     Clea, quince años.

     —Tienes que pedir un deseo. —Mi madre pone el pastel enfrente de mí. Sus colores rosa y gris, mis favoritos, combinan con la decoración del lugar.

     Cierro los ojos, segura de cuales son las palabras que diré.

     —Deseo a Bruno —susurro y apago la vela.


    

    

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora