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     Las cosas con Bruno se han puesto un poco extrañas desde lo que pasó el sábado por la noche. Tengo que admitir que por poco vuelvo a entrar a la habitación, pero mi fuerza de voluntad fue mayor. Dormí en la oficina de mamá. Logré despertarme antes que ella y no sospechó que usaron su escritorio como cama, y su paquete de pinturas como almohada. En la mañana me sentí una tonta por no haber usado la sala, el sillón y los cojines como un nuevo dormitorio. No puedo ser juzgada, mi mente solo pensaba en Bruno, su insinuación y su estúpida voz ronca.

     Hoy es el ultrasonido de Grace, ha pasado por mí a la escuela y ahora estamos en su coche escuchando música y hablando de cosas sin sentido. Quiero pedirle un consejo acerca de lo que pasó. No es tan cercana a la familia, por lo cual sería casi imposible que mi madre se enterara. También no dudo que Bruno tenga otro arranque amoroso y en esa ocasión, no tendría ni la más mínima idea de que hacer.

     —¿En dónde fue tu primera vez? —me atrevo a preguntar.

     El semáforo se pone en rojo y la cara de Grace también. Hacen una perfecta combinación.

     —En un parque de diversiones —responde avergonzada.

     —¿Enserio?

     —Sí. Por fin tenía la cita que tanto quería con Jean Buvi'e. Era el chico mas popular de mi preparatoria. Pero en uno de los baños móviles demostró que su mente solo giraba en el color de mi sostén.

     Ella avanza al ver la luz verde. Es extraño que no se haya dado cuenta de la clase de chico. ¡Hasta el nombre suena como el de un patán! Pero creo que así es el amor.

     —¿Y tú? —pregunta sin despegar la vista del camino.

     —No, yo todavía no.

     Juego con mis uñas postizas. Odio tener puestas estas cosas largas pero Salma insistió tanto que el color «naranja atardecer», me iba bien.

     —¿Haz estado cerca de hacerlo?

     Mi mente se llena de los recuerdos de esa noche. La indecisión sobre mi próxima confesión aumenta por cada segundo.

     —Sí, el sábado —exploto—. Grace, estoy tan confundida. Me encanta, y es muy sexy, pero tengo miedo. Salma dice que es normal.

     —¡Wow! —exclama—. Tienes que estar lista. Tal vez tu cuerpo pide que lo hagas pero tu mente te lo impide. Salma tiene razón. ¿Puedo saber quien es ese chico?

     —Lo conoces, es Bruno.

     Ella se queda pensando unos segundos, después abre la boca como un pescado y sonríe de maliciosamente.

     —No estaría mal para una primera vez.

     La miro, su inaudito comentario me hace sorprenderme más de lo que debería. Grace es más joven que mi madre, creo que por eso piensa así.

     —Solo si estas segura, nadie te puede obligar —agrega.

     ~~~

     Llegamos al hospital y tomamos asiento en la sala de espera. Grace está muy tranquila leyendo una revista de moda, yo juego con una de mis tantas pulseras y no paro de mirar a las otras mujeres embarazadas. Ellas al notar mi nerviosismo, me miran como si la embarazada fuera yo. Odio tanto que el embarazo de Grace aún no se note.

     El ginecólogo sale y pronuncia el nombre de Grace. Agredezco a Dios que la espera no fuera tan larga.

     Después de una plática con el ginecólogo acerca de los meses y los síntomas que le causa el pequeño ser, comienza el ultrasonido. Sostengo la mano de Grace y miro hacia otro lado que no sea la pantalla.

     —Es él —dice el doctor.

     Miro a grace y le murmuro un: «No puedo».

     —Tu puedes hacerlo.

     Aprieto fuertemente los ojos y al abrirlos miro la pantalla.

     —¿Es esa pequeña... cosa? —pregunto al ver algo ovalado y sin forma.

     —Sí. La pequeña cosa es tu hermano —responde en un tono divertido—. O hermana.

     Imagino el proceso del embarazo de Grace. El nacimiento del bebé, sus primeros pasos y el tener que aconsejarle. No pienso ser un buen ejemplo, aunque me esforzaré.

     —Ya puedes mirarlo, ya estoy dentro.

     —¡Es hermoso!

     —No tiene forma —agrego en tono despectivo.

     —¡Clea!

     —No se preocupe señora Kutchen. Es normal que los futuros hermanos digan esta clase de cosas.

     Con un murmuro, agradezco al doctor. El ultrasonido acaba y nos sentamos enfrente de la mesa para las últimas indicaciones.

     —Tambien tiene que evitar las emociones fuertes y los ejercicios extremos. ¿Alguna duda?

     —Sí, pero no es sobre mí, es sobre Clea.

     Abro los ojos al saber lo que está apunto de decir.

    —Ella estuvo a nada de tener su primer encuentro sexual. No está segura y me gustaría saber la opinión de un profesional.

     Me hundo en la silla y en mi vergüenza. El doctor me explica todo acerca de la sexualidad. El primer encuentro sexual no es malo, según él. Necesito estar preparada y hacerlo con responsabilidad. Explica otras cosas a las que trato no ponerles atención.

     —Esto te servirá si algún día decides hacerlo. —Pone varios preservativos en el escritorio—. Recuerda hablar con tu pareja.

     No se puede hablar con Bruno. Tampoco me sentaré enfrente de él y diré: «Necesitamos hablar sobre nuestra futura vida sexual». Me estremezco solo de pensarlo. Tenemos la confianza de hablar sobre muchas cosas, pero ese lo considero un tema prohibido entre nosotros.

     —No puedo tomarlos.

     Grace me anima y los escondo rápidamente en mi mochila. Pienso dárselos a Salma, ella les dará un mejor uso que yo.

     La cita por fin termina. Nos subimos al coche. Grace no para de hablar sobre el embarazo y lo feliz que está por haber confiado en ella para contarle acerca de Bruno y lo que pudo pasar. Ojalá nunca lo hubiera hecho. Hace algunos comentarios como: «Nuestra conexión se hace mas grande cada día». Pone musica y se concentra en cantar y conducir. Me pego a la ventana y me dedico a ver la pequeña carrera compuesta por dos gotas de lluvia. Apuesto por la gota derecha. Baja, baja, baja, baja y se detiene dándole la delantera a la gota izquierda. Cuando la cruza unos centímetros, la anterior sigue. ¿Qué clase de amor gotuno es este?


    


    

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora