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Es lunes. La primera mañana de Bruno ha sido lo que esperaba según sus palabras.

Meto mis últimas cosas a la mochila cuando suena un claxon, anunciando la llegada de Salma.

-¡Bruno! -grito y él sale del baño mientras trata de ponerse los zapatos-. Recuerda, por la ventana.

-Está bien.

Bajo las escaleras lo más rápido que puedo haciendo que en el último escalón caiga de rodillas. No estoy ni dos segundos en el suelo cuando me incorporo. Las escaleras y yo nunca hemos sido buenas amigas. La mayoría de las veces pasa lo mismo, usa sus manos imaginarias para sostener mis talones y hacerme caer.

-Clea ten más cuidado. -Mamá recoge la mochila y me la da-. No me habías dicho que Salma venía por ti.

-Sí, bueno... -me fijo por la ventana y veo corriendo a Bruno hacia el coche- El que nos recogiera fue de último momento.

-¿Nos?

¡Genial! Son las ocho de la mañana, el primer día de Bruno en esta casa y ya comienzo a arruinar las cosas.

-A Richard igual, a eso se me refería -respondo nerviosa-. Bueno, que tengas un lindo día.

Corro hacia el coche y subo quedando como copiloto.

-Salió mejor de lo que esperaba -comenta Salma al verme entrar.

Luego de 15 minutos y de que Salma y Bruno se conocieran más, llegamos a la preparatoria. Estoy a unos meses de terminarla y comenzar mi sueño de estudiar la universidad (aunque aún no decida cual carrera).

Caminamos por los pasillos y todos miran a Bruno: tanto hombres como mujeres. Es de esperarse ya que es atractivo y su cara por aquí no es familiar.

-Esta es la dirección, y estos son tus documentos -Salma le entrega un sobre-. Conseguí todos los años excepto el último de preparatoria.

-¿Creen que aun así me den el trabajo? -pregunta revisando el contenido del sobre.

-Lo más probable es que sí -respondo sin alguna expresión.

Usualmente no soy así seria, pero comienzo a sentirme diferente que otros días. Tal vez es la llegada de Bruno la cual alteró por completo mi rutina.

Salma y yo nos vamos a nuestra clase y él se queda en la dirección.

No puedo concentrarme en la primera hora por pensar en cómo le ha ido. Volteo a ver a Salma y sus labios articulan un «tranquila».

Termina la clase y salimos del salón. Afuera se encuentra Bruno sentado en el suelo, esperando y con el sobre en sus manos. Él se levanta y me abraza dándome vueltas en el aire.- ¡Lo logré! -dice entusiasmado y de igual manera abraza a Salma.

Estoy muy feliz. Hasta ahora Bruno es todo lo que había imaginado (literalmente).

-Gracias chicas.

-No tienes nada que agradecer -responde Salma con una sonrisa de oreja a oreja. Parece mas feliz que yo.

-Tengo que ir a la cafetería. Mi turno comienza en 5 minutos, las veo allá.

Mi mirada lo sigue por todo el pasillo mientras el corre. Metros después, se pierde entre la multitud de estudiantes.

-Tierra llamando a Clea -interfiere Salma en mi pequeño trance.

-Lo siento.

-Tus ojos brillan cuando lo ves.

Rio.- He estado enamorada de él desde que tenía cinco -admito. Es la verdad. A veces creía que sólo era una ilusión, que me gustaba un simple recuerdo.

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora