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     Espero sentada en las escaleras exteriores de la casa. Chard y Salma llegarán para hablar conmigo acerca de una noticia importante. Bruno toma un descanso en la habitación. Kathe y Thom ven la televisión en la sala.

      Los chicos no quieren que alguien se entere por la que decidieron tener esta conversación fuera de casa.

     Después de cinco minutos llegan en el coche de Salma. Se bajan rápidamente y corren para luego sentarse enfrente de mí como niños de preescolar apunto de escuchar un cuento.

     —¿Y?

     —Mira —Chard me muestra su celular y veo algunas fotos de Sean (uno de los integrantes del equipo de lacrosse) en ropa interior.

     —¡¿Qué?!

     Sean se consideraba homofóbico. De todas las personas en el mundo, Sean era de las últimas personas que creía pudiera ser gay. Mi madre tenía razón al decir que la vida da muchas vueltas.

     —Tengo más. —Me arrebata el celular y luego me lo vuelve a dar, ahora con fotos de Sean desnudas y conversaciones con propuestas obscenas para Richard.

     —¡Está desnudo! —grita Salma emocionada.

     Richard odia Sean, Sean odiaba a Richard, pero ahora Sean quiere demostrarle ese odio en la cama.

     —Su cuerpo es parecido al de Noah —comento entre risas.

     —¿Has visto a Noah desnudo? —preguntan al mismo tiempo.

     Los miro y abro los ojos dándome cuenta de la terrible cosa que acabo de decir. Este par de chicos no me dejarán en paz hasta obtener una explicación.

     Sin dudarlo me levanto y comienzo a correr. No tengo esperanzas de llegar muy lejos, al menos tendré tiempo de pensar una explicación en lo que corro.

     —¡Clea! —gritan mientras me persiguen.

     Veo de reojo a todos dentro de la casa observando la terrible escena. ¡Clea es perseguida por un par de locos!

     Sigo corriendo, esta vez alrededor de la casa de Rogers. Salto la barda y me doy cuenta que no he perdido la agilidad de cuando lo hacía con Zach tiempo atrás.

     No puedo detenerme gracias a la poca delantera que llevo. Estoy apunto de llegar a casa cuando Halloween se atraviesa y caigo para evitar lastimarlo. Mi brazo derecho duele, al parecer Noah no será el único con el brazo roto.

     Salma se sube encima de mí y Richard me sostiene de los brazos. Es mi perdición.

     —¡Tienes que decirnos! —grita.

     —No lo vi desnudo, lo juro.

     —Si hubiera sido así, no hubieras corrido —argumenta Richard.

     No quiero contarles, sé que pedirán detalles y miraran de una manera diferente a Noah. Noah se dará cuenta, pedirá explicaciones y terminará por completo con nuestra amistad.

     —¡No puedo!

     —Bueno, será por las malas Clea –advierte Salma y comienza a hacerme cosquillas.

     —¡Para! ¡Lo diré!

     Se detiene y ambos se miran victoriosos.

     —Un día lo vi duchándose después de su entrenamiento .

     —¡Ahh! —gritan dejándome casi sorda.

     —¿Y cómo está? —pregunta Richard.

     —Bien, o no lo sé Chard.

     —¡Si lo sabes! Noah es un dios griego.

     —Una noche con él no estaría nada mal –me atrevo a decir avergonzada.

     Los dos gritan de nuevo. Se dedican a recalcar lo suertuda que soy y lo idiota por no atreverme a salir con él.

     —¡Por Dios! ¡Seré virgen hasta los veinte!

     —¡Me alegra saber eso! —grita mi madre desde la ventana de la cocina, la cual queda cerca.

     Siento la sangre subir hasta mi cara. No sé que estoy diciendo. ¿Ahora todos los temas serán relacionados a esto?

     —Eso dices, pero cuando menos lo esperas, hay un chico encima de ti —dice Salma, la experta.

     —No será así.

     Me ayudan a levantarme y a sacudir el pasto de mi ropa. De un momento a otro Richard me toma de los hombros y me tambalea.

     —Si tu te acuestas con Bruno, o con Noah, juro por mi vida, que lo haré con Sean.

     Abro la boca sorprendida. Es una propuesta muy tentadora. Sería el mayor sacrificio de Chard y el objetivo de burla durante meses y meses.

     —¡No!

     —Yo lo haría si fuera tú —comenta Salma.

     —¡Maldición! No lo haré Richard.

     Sueltan un bufido de frustración y lo acompañan con un golpe en mi cabeza cada uno.

     —Aceptamos tu decisión. Peeero, tienes que entender que eso sucederá, y no tendrás nada a cambio —sentencia.

     —No importa —respondo insegura.

     Los acompaño al coche y me brindan un último insulto antes de irse. Kathe dice que son los mejores amigos que pueda tener aún cuando algunas veces me tratan de esta forma. Soy una mamá para ellos y una consejera poco experimentada. Siendo sincera, no los cambiaría por nada del mundo.

     Camino hacia la puerta principal con la frente por debajo y pensando en la propuesta de Richard. Tengo diecisiete años y por más que quiera evitar que algo como lo que Salma y él quieren que haga, no lo haré. Un chico sexy vive en mi habitación y otro estaría dispuesto a hacer cualquier cosa por mí (según lo que ha demostrado). Pase lo que pase, Clea Tryson protegerá su virginidad con uñas y dientes.

    

    

    

Deseo a BrunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora