Han pasado cuatro días. Hoy es el cumpleaños de Bruno y Thom, los cuales están muy emocionados. La fiesta de Thomas comienza a las cuatro de la tarde, Noah confirmó su asistencia anoche. Mamá está feliz de verlo de nuevo. En verdad lo adora.
—¡Feliz cumpleaños!
Le entrego mi regalo a Bruno. Una caja azul con un moño rojo arriba. Él la abre y saca el contenido: su perfume favorito y una libreta.
—¿Es uno de tus diarios? —pregunta sorprendido.
—Así es. Uno de los veinte. Siempre quisiste leer uno. Incluí una copia de la lista de deseos al final.
Observa detalladamente la libreta y el perfume, está feliz, yo igual. Los diecienueve no son una edad fácil. O eso dicen algunos de mis amigos. Es la edad en donde comienzas a preocuparte más por tu futuro que en cuantas chicas estarán en tu cama por las noches. Tu cabeza gira en dos principales temas: Dinero y estudios.
—Es el mejor regalo —dice y me abraza muy fuerte. Tanto que me se me dificulta respirar.
—Me alegro que te guste.
—Lo leeré después de la fiesta.
Michael organizó una fiesta para festejar el cumpleaños. Comenzará una hora antes de la de Thomas. Es un horario perfecto. Bruno no verá a Noah llegar y nadie verá a Bruno salir.
—¿Solo invitaste a Salma a la fiesta de Thom?
—Sí, no tardará en llegar. Quiere alistarse aquí.
Salma en todas las reuniones familiares, coquetea con alguno de mis primos. Incluso con algún tio soltero.
—Si es reunión familiar, ¿porqué asiste?
—Toda mi familia la conoce, la tratan como si fuera mi hermana.
—Eso es genial.
Arreglamos la habitación y la ropa que nos pondremos hoy. Estoy ansiosa de volver a ver a Salma. El comer aquel pastelillo la dejó en cama durante cinco días. Su sistema inmunológico es un poco extraño. No soportó comer una corteza de crayones derretidos pero si comía un pastel de lodo por semana. Mamá no me dejó ir a visitarla ya que sabía que si lo hacía, su período de recuperación se vería truncado y su salud pudo empeorar. Las llamadas eran muy cortas debido a su castigo. En los análisis clínicos descubrieron la adicción de Salma por las pastillas para dormir. La manera en que las conseguía sin receta médica, sigue siendo un misterio.
Tocan la puerta un par de veces y abro. Salma me abraza fuertemente haciendo que nos caigamos. Reparte besos por toda mi cara ignorando mis esfuerzos por detenerla.
—La matarás —menciona Bruno.
—¿Bruno?
Se levanta rápidamente dejándome aturdida en el suelo.
—¿Qué hace él aquí?
—Es una larga historia.
Me levanto y acomodo mi ropa.
—Oh, ya sé la razón por la cual no haz invitado a Richard a dormir. Ya tienes con quien divertirte por las noches. —Golpea mi brazo con su codo varias veces.
—Ojalá sucediera lo que piensas. Vemos todas las temporadas de Shark Tank cada noche.
A Bruno no le agrada ese programa, siempre lo obligo a verlo conmigo. Aunque admita que no le gusta, después de cada episodio me dice por cual presentación hubiera invertido todo su dinero.
ESTÁS LEYENDO
Deseo a Bruno
Teen FictionClea Tryson es adicta a las listas. Es fiel creyente de la organización y goza de una estabilidad emocional casi perfecta. Todo comenzó con su primer lista, hecha desde los seis años, en la cual anotaba todos los deseos que pedía enumerados del uno...