Anteriormente:
A: (haciendo ojos de amor) Me encanta verlos así...entonces César, cuándo le vas a dar el anillo?...
I: (sorprendida)...Anillo!!??...
C: (mirando a Aracely como queriendosela comer) Aracely, tú siempre tan discreta.
Iris lo miraba desconfiada, qué anillo se refería Aracely?, por qué siempre era ella la que terminaba por enterarse de las cosas de último?...por qué siempre todo la tomaba de sorpresa?. César trataba de disimular pero la mirada acusadora de Iris lo descontrolaba. Aracely dandose cuenta del tremendo error que había cometido, decidió dejarlos solos y que César se encargara de arreglar lo que ella había echado a perder. Los ojos de César eran ahora los que esquivaban la mirada desafiante de aquella morena que era pugo fuego.
César estaba completamente nervioso, él quería sorprender a su mujer pero no contaba con la indiscrección de Aracely.
Iris moría de curiosidad, no sabía que sorpresa le tenía César.
I: (intrigada) Qué sorpresa es esa?...
C: Te hice sufrir un poco con la intención de que vinieras para darte la sorpresa que vengo planeando hace días.
I: (brillandole los ojos) Pues damela, sabes que me encantan las sorpresas.
C: (tomándola por las manos) Pues señorita, va a tener que acompañarme al cuarto médico.
I: (apenada) César, sabes que no podemos, casi nos cachan ahora, qué quieres, que nos boten del trabajo?...
C: (muriendo de amor) Te amo, es que es inevitable que no lo haga. Me cuidas incluso cuando no deberías hacerlo...nada malo va a pasar, confía en mí (tomandola de la mano) Vamos al cuarto sí?...
Iris accedió, estaba intrigada y aunque sabía que irían a hacer el amor, también quería tener su sorpresa, además...el anillo...eso puso nervioso a César y ella sospechaba que por ahí iba la cosa. Subieron acaramelados la escalera, Iris iba agarrado del brazo de su amado y él sosteniéndola muy fuerte para que no se cayera, quedaban pocos pasos para entrar al cuarto médico cuando César le cubrió los ojos a ella para que no pudiera presenciar la sorpresa...
I: (sonriendo y asombrada) César....qué haces?...
C: (cubriéndole los ojos con sus manos) Nada, no quiero que veas la sorpresa hasta que yo lo diga...
I: (tocando con sus manos las de César que le cubrían los ojos) Pero es que me voy a caer, no me gusta caminar a oscuras, no me gusta sentir esa sensación de inseguridad e inestabilidad que proporciona la oscuridad.
C: (sonriendo) Yo lo sé, siempre me lo has dicho, pero esta vez señorita..(besandole el cuello)..esta vez, va a tener que confiar en mi..
I: (erizada por el beso) Yo siempre he confiado en tí)...
Aquellas palabras le calaron hasta lo más profundo a César, no se explicaba cómo Iris podía confiar tanto en él, luego de todos los malos momentos que habían vivido entre ellos, sus ojos se cristalizaron, pero aún así avanzó poco a poco hasta llegar al cuarto médico; ella se dejaba guíar, sabía que él no la dejaría caer y que siempre iba a tener en César una muleta para sostenerse cuando sintiera tambalearse.
Ya parados frente al cuarto médico, ambos vivían sentimientos contrapuestos: César estaba nervioso, quería que todo saliera bien y que ella disfrutara al máximo lo que precisamente para ella había sido preparado con tanto amor y esfuerzo. Iris, por su parte, contaba los segundos para que su hombre descubriera sus ojos y ella pudiera apreciar la sorpresa que él tenía preparada.