Anteriormente:
César le lanzó una de esas miradas pasionales y fogosas y cual hombre desesperado la haló contra su cuerpo y empezó a besarla salvajamente. Iris respondía agitadamente, pequeños gemidos salían de su boca y su cuerpo empezaba a restregarse al de su marido. César empezó a acariciarles las piernas y subía sus manos por sus muslos deshaciendose de toda la ropa que le estorbaba, pero aquel momento fue interrumpido por alguien que tocaba la puerta. César rápidamente se incorporó, acomodó su camisa arrugada y ayudó a Iris a incorporarse en la cama. Ella peinó su cabello como pudo y se acomodó la bata de hospital que llevaba puesta; aquella inoportuna persona les acababa de arrojar un balde de agua fría a los dos.
C: Más vale que sea importante. (abrió la puerta)...Qué haces aquí?...
J: Necesito hablar contigo, supuse que ibas a estar aquí así que me tomé el atrevimiento de venir a verte.
César intentó cerrarle la puerta en su cara, pero Jorge fue más rápido y lo detuvo.
J: (abriendo la puerta) No vine a discutir si es eso lo que te preocupa.
C: (frustrado) Vete de aquí!!...
I: Mi amor, escuchalo, por favor..
C: Es en serio Iris?...te vas a poner de su lado ahora?...Pensé que tú y yo ya habíamos hablado de ese tema.
J: No la tomes en su contra, ella no está de parte mía, solo está cansada de nuestras peleas sin sentido.
C: (restregandose el cabello) Sin sentido!!...Acaso violar a mi mujer no te parece suficiente!?, idiota!
Jorge respiró profundo, estaba haciendo un gran esfuerzo por controlarse, pero César no estaba ayudando.
I: (interviniendo) César, hazlo por los bebés, ellos no merecen que sus papás guarden rencores del pasado, debemos saber perdonar para seguir avanzando. Jorge reconoció su error y está intentando enmendarlo. Tú también puedes hacerlo, sabes perfectamente que dejando atrás los problemas que nos agobian podemos ser capaces de mirar hacia adelante y sentirnos más fuertes.
C: (bajando la guardia) Odio que uses la psicoterapia conmigo, en verdad lo odio.
I: (sonriendo) Lo sé, pero si no soy yo quien te hale las orejas, quién lo hará?...
J: (extendiendo su brazo) Entonces?...comenzamos de cero?...
C: (desconfiado) Vamos a ver qué pasa.
Extrecharon sus manos y un ambiente diferente ya se instauraba en la habitación. Jorge agradeció una vez más la compasión que habían tenido con él y se marchó con una sensación de sociego y paz. César se encontraba sentado a la cabecera de Iris y ella recostaba su cabeza en su hombro. Él le acariciaba el pelo y ella poco a poco fue quedando dormida. Minutos después él era vencido por el sueño y dejaba caer su cabeza encima de la de su esposa.
Había pasado una semana e Iris seguía con sus rehabilitaciones. Ya la habían cambiado de piso, así que el cuadro poco a poco iba mejorando. Poco a poco lograba caminar con apoyo y a veces lograba dar pequeños pasos por si misma. César iniciaba sus obligaciones laborales, así que tenía que turnarse entre cuidar a sus hijos y quedarse en la noche con su esposa. Los días iban pasando y el médico de cabecera de Iris anunciaba que dentro de 15 días le daban el alta. Ella estaba ansiosa por incorporarse a trabajar, quería terminar de graduarse y poder dedicarse a tiempo completo a su familia.
En el Instituto se había corrido la voz de que ella pronto regresaría a trabajar así que todos la esperaban ansiosos.
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