Dos angelitos hermosos

90 12 7
                                    

Anteriormente:

Ahí estaba el fruto de la relación de aquellos seres que se amaban más que a su vida

Esa noche César no pegó un ojo, se desplazaba desde los cuneros hasta la sala de Intensiva, no tenía la menor idea de cambiar pañales, ni mucho menos de alimentar bebés y si eran cuando los dos se ponían de acuerdo para llorar, sentía que no iba a poder. Estaba enamorado de sus hijos, sobre todo de la pequeña Vicky, era idéntica a su madre y con un carácter de aquellos que te hacen temblar. Anuar no, era tranquilo, acurrucado en su colchita azul, con sus cacheticos rosados y sin moverse de su posición fetal, Vicky ya había destendido su cunita varias veces y cual centinela solamente esperaba a que el papá pegara un ojo para llorar y despertarlo.

Ese día también se había quedado el director, solo que con Iris, ahora había que repartirse el tiempo, aquellos angelitos hermosos demandaban atención el doble. Al otro día César amanecía desalineado, rápidamente cual padre preocupado volteó a las cunas y vio un Anuar tranquilo, aún dormido en la misma posición y una Victoria con el pañal un poco holgado de la tremenda orinada que se había dado. Rápidamente cambió a su hija, les dio de comer de la fórmula que le había preparado el neonatologo, los vistió con sus trajecitos de semana que indicaban lunes y se dirigió con ellos en brazos hacia la sala de Intensiva.
Obviamente no los dejaban pasar, pero desde el cristal le mostraba a sus hijos el rostro de su madre.

C: (hablandoles con ternura) Mis tekilitas, aquella mujer hermosa que ven allá es su mami que ahora está luchando por su vida al igual que ustedes lo hicieron por la suya.

Dicen que los bebés tienen una conexión especial con sus madres y Anuar y Victoria no eran la excepción, los niños empezaron a tornarse inquietos, lloraban sin control como queriendo reclamar algo, César no entendía, pero una enfermera que pasaba por allí se encargó de explicarle.

Enf: Los niños extrañan a su madre y más ellos que son tan pequeños y necesitan crear vínculos con ella.

César quedó abatido, entendió que sus hijos necesitaban a su madre y que muy a su pesar ese enorme vidrio los separaba. César intentaba calmar a sus hijos pero le era imposible, así que esperó que no hubiera nadie en la habitación de su esposa e ingresó en ella. Se acercaba con cuidado, los tekilitas seguían llorando, pero el llanto iba disminuyendo cuanto más se acercaban a su madre. César depositó a los niños en el regazo de Iris y el solo contacto de sus pieles hizo que los niños dejaran de llorar. Era eso lo que necesitaban: su calor.

C: (susurrando) Son tremendos mis tekilitas hermosos, me formaron pataleta para querer ver a su mamá...

Los niños permanecían tranquilos, Anuar tocaba con sus manitas uno de los pechos de su madre en un instinto por obtener la leche materna y Vicky, la pequeña Vicky estaba embobada mirando a su mami con aquellos diminutos ojitos verdes como esperando a que ella despertara. La imagen era enternecedora, lágrimas brotaban de los ojos de César y fue inevitable que tomara una foto donde se veían las manitas de los cuatros juntas.

No tardó mucho para que una enfermera entrase y lo pillara, claro que no dijo nada porque entendía la desesperación de aquel padre. César cargó a sus hijos en brazos y regresó a los cuneros.

Cinco días después eran dados de alta los gemelos, César los vistió con sus mejores trajes, Vicky de rosa y Anuar de azul, ambos con unos pijamitas de animalitos. El de Vicky un unicornio y el de Anuar una jirafa. Estaban para comerselos, todo el equipo médico se despidió de los bebés y antes de partir pasaron por la sala de Intensiva a despedirse de su madre que continuaba en coma.

Esa tarde llegaron los bebés a su casa. César había decorado el cuarto de los niños de color amarillo, con animales pintados en la pared, una estantería llena de peluches y unas cunas blancas y espaciosas para que pudieran moverse con facilidad, llegaba al depa cansado, gracias a Dios Aracely y Eugenia lo habían acompañado porque aquellos chiquitines eran terribles.

En la clínica seguían checando a Iris de rutina, pero la verdad es que no había ningún avance hasta el momento.

Tres meses después César ya era un padre modelo, se levantaba temprano en las mañanas, preparaba la leche de los niños, en fin todo lo que una madre hace, había pedido unos meses de licencia, ya que quería personalmente encargarse de sus niños.
Las criaturas estaban hermosas, Anuar estaba grande, gordito, parecía un osito de peluche con sus cachetes rojos y grandes que terminaban aún más colorados cuando a su hermana le daba por pegarle, Victoria estaba hecha una muñeca con aquellos rizos negros, sus ojitos verdes super expresivos y aquel carácter que se cargaba, ella no entendía de horarios, cuando abría la boca, César tenía que correr, era claro que la dominante de los hermanos era Vicky y cómo no?...si era la viva imagen de su madre.

Iris había tenido varios progresos, ya había sido desconectada del ventilador artificial y ya respiraba por su propia cuenta, aunque seguía sin despertar. Sus padres se habían mantenido con ella en todo momento y sus hijos de vez en cuando se daban una vuelta por allí.

Días más tarde, César estaba enloquecido, los tekilitas estaban más traviesos que nunca, había intentado de todas las formas posibles tratar de dormirlos pero cada vez que lo lograba Victoria lloraba y despertaba a su hermano. César decidió llevarselos a dar un paseo, fueron a casa de Aracely, allí la volvieron loca hasta el punto de que César tuvo que salir huyendo porque Ara amenazó con freirlos en el sartén si no se tranquilizaban. De camino a casa pasó por la clínica aprovechando que era el horario de visita, al principio no iba a entrar pero algo le dijo que lo hiciera.

Estando en la habitación de Iris, puso a los niños en su cochecito y se sentaba a su lado.

C: (acariciandole el rostro) Tus hijos me vuelven loco, pero son tan adorables, te cuento...Anuar es tranquilo pero entonces se deja influenciar por Vicky que es tremenda. Así que te puedes imaginar.

César decidió sentar a los niños en el regazo de su madre mientras ponía los biberones con leche en el microondas para calentarlos.

C: (dirigiendose a los bebés) Se portan bien, no vuelvan loca a su madre..

César encendió el microondas y colocó la leche, esperó unos minutos, cuando volteó para llevarle los biberones a los niños, ahí estaban: Anuar dormido sobre el pecho de Iris, Vicky curiosenado y tocando el suero que tenía puesto su madre e Iris observándolos extrañada.

Chicos, ojalá y les esté gustando la historia...un beso depredador para todos...

Amar es de locosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora