Capítulo 33.

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¿Por qué me sentía tan bien con él en ese momento? No sabía lo que estaba pasando a Tristan por la mente, si es que realmente estaba pensando en algo, pero no me importaba en absoluto estar así con él, y si me preguntaba no tendría ningún problema en admitirlo. 

Nunca me había sentido tan protegida por alguien como ahora por Tristan. Su poder de intimidación, su tono al hablar, sus gestos, sus apariencia...Sabía que Tristan era ese tipo de persona que si te ocurre algo, daría una paliza a cualquiera que intentara hacerme daño. Luego me di cuenta de que eso ya había ocurrido.

-Tristan..

-Dime

No sabía por qué eso me hizo sonreír. Su voz, el simple hecho de que me contestase y no me ignorase como hacia siempre.

-Quiero que me hables sobre tus padres.

-No-sentenció.

-Yo te he contado mi historia.

-No sé..

-Créeme, te sentirás mejor.-intenté convencerle.

No quería forzarle, pero de verdad quería saber más acerca de él. Y hacer que se sienta mejor y escuchado. Se le notaba indeciso. Sus ojos se posaban sobre los míos, intentando analizarme con la mirada, tratando de descubrir algo...Realmente se le notaba nervioso.

Debido a nuestra cercanía, escuchaba su respiración agitada. Parecía que intentaba ocultar algún tipo de secreto. Cogí su mano suavemente, acariciando esta para que se relajase.

-No debería de contártelo.-se quejó.

-Tristan... Confía en mí.-susurré.

Noté como su cuerpo se tensaba un poco. Supongo que no estaba costumbrado a confiar en la gente. 

Suspiró antes de comenzar a hablar.

-Tengo leves recuerdos de mi madre cuando era pequeño. De mi padre nunca he sabido nada.-dijo mientras miraba hacia la ventana evitando mantener contacto conmigo.-Mi padre nos abandonó cuando se enteró de que mi madre estaba embarazada.

-¿Le conoces?

-No. Eran unos críos, tenían dieciséis años y cuando se enteró decidió cambiarse de ciudad. Nunca ha tratado de buscarme, tampoco es algo que necesite.-Volvió a suspirar antes de seguir.-Cuando tenía tres años, pillaron a mi madre pasando droga en un parque. Ella se portaba bien conmigo, pero era una cría y esa era la única forma de conseguir dinero para comer.

Me estremecí al escuchar aquella historia.

-Cuando la detuvieron, nadie de mi familia quiso hacerse cargo, así que me llevaron a un centro de acogida donde no tardé en ser adoptado. Al principio todo era bonito, me llevaban a pasear, jugaban conmigo, hasta que un día mi madre adoptiva se quedó embarazada y una vez el bebé nació no seguía habiendo sitio para mí en esa familia así que me devolvieron al centro porque supuestamente tenía malas conductas, a pesar de ser solo un crio de ocho años.

Se quedó callado. Mirando nuestras manos las cuales estaban entrelazadas.

Me dolió en el alma que le tratasen así. Él no había tenido la culpa de que sus padres biológicos cometiesen errores. A pesar del paso de los años, seguía notando toda la rabia contenida.

-Si las cosas ya iban mal, fueron a peor. Cada familia por la que pasé hizo exactamente lo mismo. Estaba entrando en la adolescencia y ya no soportaba más, así que cada familia que decidía adoptarme, yo trataba de causar algo para que me devolviesen. No podría soportar más el hecho de coger cariño a alguien y que de la noche a la mañana decidiesen echarme de sus vidas como si nada.

Me llevé las manos a la cara, tratando de ocultar mi impresión. No podría imaginarme a un Tristan pequeño siendo tratado como un juguete. El simple pensamiento me hacía temblar de rabia.

Quería quitarle toda la tristeza de alguna forma. No me había dado cuenta hasta ahora de lo deprimido que estaba.

-Al cumplir dieciocho, me echaron de allí como si de un trozo de mierda me tratase.

-¿Y que hiciste?

-Cogí mi bicicleta y marché. 

Le abracé con fuerza. Sentía que abrazaba al Tristan de ocho años que fue rechazado y dejado de lado. Desde ese momento, surgió un vinculo entre nosotros.

Ese era el gran motivo por el que Tristan se había vuelto un capullo; por falta de amor. Si hace mucho que no recibes amor, te olvidas de como se da, y eso era exactamente lo que le había pasado a él. Se había convertido en todo lo que odiaba , y ahora no sabía volver atrás. Pero yo no iba a dejar que fuera destrozando su vida y de las personas a su alrededor.

-Becca.. Me haces daño.

Me separé de él.-No te mereces nada de eso.

-Las cosas pasan por algo. Me lo merecía.

-No digas eso ni en broma, no te mereces nada de lo que te ha pasado. Nadie, con tan poca edad, se merece lo que te pasó a ti.-este esbozó una sonrisa ante aquellas palabras.

-No sé por qué te he contado todo esto. Creo que aún sigo borracho.-murmuró con una pequeña sonrisa.

-Porque lo necesitabas al igual que yo.-dije apoyándome en su pecho.

-Es absurdo, pero... Me siento bien contigo.

Mi corazón comenzó a palpitar a tres mil por hora.

-Yo me siento igual.

-Es raro, porque... Me caes mal.

-Pero no tan mal como dejas ver ¿recuerdas?-él sonrió.

-Sigues siendo una niña pija.

-No soy pija.-bufé

-Claro, por eso llevas toda esa ropa de marca y estudias en una de las mejores universidades.

-Para.-le recriminé.-Tú tampoco me agradas.

-Pero si soy un amor.-rodé los ojos.

Él comenzó a acercarse de una manera peligrosa hacia a mí.

-¡No te lo crees ni tú!-dije intentando poner distancia entre nosotros, pero me topé con el borde de la cama.

-Entonces....Dices que me odias y, según ti, te caigo mal, pero a pesar de eso me besaste. ¿Cómo es eso?

Justo en ese momento, no sé como lo hizo pero, acabó encima de mí, con sus manos atrapando mis muñecas a ambos lados de mi cabeza.

-Simplemente surgió..

Respondí como pude debido a que su proximidad me hacia incapaz de articular ninguna palabra.

-¿Solo.... Surgió?

Si pensaba que no podía estar más cerca de mí me equivocaba. Bajó aun más su cuerpo y su cara se quedó a escasos centímetros de la mía. Su mirada bajó desde mis ojos a mis labios y ahí fue cuando perdí toda la razón. Quité el poco espacio que quedaba entre los dos y junté sus labios con los míos. En ese momento me sentía tan bien que querría poder parar el tiempo.

No sabía que ,e había hecho Tristan aquella noche, pero estaba en una especie de trance. Le odiaba por lo mal que me había tratado, pero ahora solo quería besarle. Sus labios sabían demasiado bien y su piel haciendo contacto con la mía era algo inexplicable. Él me había seguido el beso sin pensárselo dos veces.

Aquí y ahora se estaba produciendo el momento perfecto.








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