Epílogo

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–No creí que tardaríamos tanto en esto– me dice a mi lado.

–Pero valió la pena– le conteste mirando nuestro trabajo.

Sofia me paso un brazo por los hombros y ambas miramos el escritorio por fin terminado de armar.

–Es un buen escritorio.

–Te dije que le daría otro aire al lugar– la abrace por la cintura.

Ambas nos sonreímos y me ayudó a terminar de ordenar el lugar.

–Bueno es hora de irme a trabajar– mira el reloj y toma con rapidez sus cosas para irse al restaurante.

–Pero aún no son las 9 de la mañana, faltan diez minutos, porque te vas tan rápido

–Ah pues porque... Ahmm... Tengo mucho trabajo y... además hay un nuevo trabajador y tengo que enseñarle los protocolos y todo eso, ya sabes.

–De acuerdo, entonces...– la mire raro pero deje pasarlo– nos vemos en la hora de la comida.

–Claro que si, tenemos que pasar todo el tiempo posible antes de que vuelvas, Chica Universitaria.

–Sabes que vendré en vacaciones, días libres, cumpleaños, será como si aún estuviera aquí.

–Me alegro por ti, todo está volviendo a la normalidad, eres libre de tu padre, estudiaras lo que siempre quisiste...– su sonrisa titubeo un poco– Estoy feliz por ti.

–Será mejor que te vayas de una vez, hoy empieza la temporada vacacional y se esperan muchos visitantes.

–Te quiero– dio un giro y salió brincando del hotel.

Una pequeña Ardilla, saltando y riendo por todos lados.

Termine de acomodar todo en el nuevo escritorio, liso, de madera y muy costoso.

Después de que descubrí el fraude de mi padre me di cuenta de que estuvo depositando en mi cuenta por mucho tiempo dinero en grandes cantidades, no sé si lo hizo como parte de su fraude o lo hizo pensando en que algún día lo necesitaría, como sea ocupe todo ese dinero para pagar la universidad, un departamento, mis viajes y conseguir un empleo. Fue difícil pero después de casi dos meses lo conseguí y por eso estaba en Verona ahora, disfrutando de las últimas vacaciones antes de que entrara a clases.

Me senté en la silla del escritorio y encendí la computadora, lista para trabajar y apenas unos segundos después la campana de la puerta sonó.

Empecé a hablar antes de mirar quien entró.

–Bienvenidos al Hotel Espe... –No pude terminar de hablar.

Ver quien venía caminando hacia mi, su típico andar, su sonrisa, sus ojos brillantes, su cabello revuelto, no me quitaba la vista en encima.

–Hola– me dijo en cuanto llegó al escritorio

Abrí la boca pero no me salieron palabras.

–Necesito que me ayudes– me dice de pronto, aunque en su voz hay un toque de jugueteo.

–¿Yo?– Le digo sin entender y alzando las cejas.

–Necesito que me escondas.

Y ahí entendí lo que decía, lo que estaba haciendo, estaba repitiendo nuestras primeras palabras.

Sonreí y decidí seguirle el juego.– Eso diría un ladrón.

–No soy un ladrón, parece que no sabes quién soy.

–¿Acaso debería?

–Te propongo un trato– esta vez me sonríe y muy despacio va rodeando el escritorio– Tu me ayudas a esconderme, te llevaré por un viaje por toda Italia, pasaremos momentos agradables, nos fastidiaremos, nos gritaremos y pelearemos.

Amor a la Italiana (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora