Capitulo 34

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Durante toda mí vida creía qué mi mayor miedo era quedarme sin dinero y tener que trabajar para mantenerme, pero cuando comencé a trabajar en la empresa de mi padre y me volví el presidente supe qué en realídad no era eso. Y me sentí poderoso al creer qué estaba salvado del miedo, pero no era así. En el momento que llegué a mi departamento y las luces estaban apagadas, con el aroma de Mabell esfúmado y con Daniela lejos, me dí cuenta qué mi mayor miedo era la soledad. Jamás aprendí a estár solo, porque cuando mis padres trabajaban todo el día, yo estaba con Benjamín, y despúes con Jack. Mis relaciones siempre fueron muy intensas por mí parte, siempre pedía que vivíeran conmigo y ellas accedían. Incluso con Daniela había sido así, pero ella me había marcado de diferente manera. En el instante en el que se fue, supe lo mucho qué valía para mí, pero ya era tarde. Y con Mabell, ella había sido el único ángel que yo tuve en toda mi vida, pero no supe aprecíarla, así qué ahora debía enfrentar mis consecuencías. La soledad.

-¿Y qué vas a hacer ahora?.- Jack estaba sentado sobre la barra de la cocina mientras yo cocinaba.

Le rocié un poco de pimienta a mis papas y unas gotitas de jugo en lugar de vino. Jack no bebía. Era una receta que había visto en internet y cuando Jack me dijo que me visitaría, supe que era el momento de hacerlo.

-Estoy trabajando en la empresa y también he comenzado unos negocios con el señor Hendrix, la verdad podrá ser un padre terríble, pero es un Dios en lo que hace.- admití elevando mi copa.- He inclúso fuí a visitar a mis padres hace unos días. "El buen hijo" me llaman.

Jack chocó su vaso de jugo con mi copa y ambos bebímos. Apesar de sus intentos, noté qué estaba un poco bajo de ánimo. Despúes de qué llevamos a Benjamín en el aeropuerto, el comenzó a actúar extraño.

-¿Qué te sucede?.- le pregúnto antes de encender el horno.

Jack niega rápidamente y vuelve a beber de su vaso.

-Oh, Jackson. Tan mal mentiroso.- me búrlo.- Venga, díle todo a tú padre.

-Eres un idiota.- soltó una risita divertida y suspiró.- Es Emily, se ha ido.

-¡Uy!. Me parece muy bien, ¿Era lo qué querías, no?.- lo miré sin entender.- ¿Por qué haces esa cara?.

Sus ojos se llenan de lágrimas, pero su sonrísa íronica no desaparece.

-Sí... eso era lo qué quería. Quiero. ¡Mierda, sí!.- fingió alegría.- ¿Verdad qué me quejé de ella por semanas?. Se ha ido, y está muy bien.- se limpió una lágrima pequeña qué le caía por la mejilla.

Fruncí el ceño sin entender y no pude evitar mírarlo con diversión. Sí mis instintos no me fallaban, mi estúpido amigo se había enamorado de la "latina desquiciada", cómo él la llamaba. Al darse cuenta de mí mirada intentó calmarse y volvió a sonreír cómo Merlina Adams.

-¿Qué demonios está mal contigo?.- le pregúnto ríendo.

-¡Ay, Kleith!.- ríe llorando.

-Oh, Dios.- suspiro mientras le doy un abrazo.- Jack, sí ella te interesa deberías ír a búscarla.- lo ánimo.

Jack niega enseguida y se calma.

-Es qué yo... le pedí que se fuera por semanas y... se fue...- extiende los brazos cómo sí estuvíera sorprendido.

-Ella hizo lo qué tú le pedíste, Jack.- le recuerdo.- Sí querías qué se quedara, debíste decírselo. Ya era decisión suya sí lo hacía o no.

-¿Y sí me rechazaba?.- me pregunta nervioso.

-¿Y sí te pedía qué le hicíeras un bebé?.- elevo mis cejas en una insinuación.

Jack hizo su boca en una "O" perfecta y dejó su vaso a un lado. Perdído en sus pensamientos. El horno sonó, advirtíendo qué mi comida ya estaba lista. Me puse los guantes de cocina y saqué la charola.

-Voy a búscarla mañana.- sentenció mirándome fijamente.- Me atrevería a ír hoy mismo, pero esa mierda qué cocinaste huele delicioso.

-Muy bien.- asentí mientras sacaba dos platos del mueble.

-¿Cuando vas a mudarte a una casa de verdad?.- me preguntó saltando al piso.- Creía qué habías vendido tu casa en Alaska para construír una aquí.

Jack rellenó nuestras bebidas y las llevó al comedor mientras yo llevaba los platos.

-Sí, pero quería qué Mabell la diseñara con Kent, pero eso no sucedió así qué...- me detuve al llegar a la mesa y dejé los platos.- Esperaré un tiempo, y ya despúes yo mísmo voy a estár presente para ver la construcción.

Nos sentamos y le dímos un bocado a mi creación. Quedándo encantados.

-Nos podrá ír mal en el amor, pero qué buen sazón tienes.- lo señaló Jack con el tenedor.

Hice un gesto exagerado de agradecímiento y despúes reímos divertidos. Me gustaba tener a Jack cerca, era la única persona que frecuentaba desde qué Benjamín volvió a Londres. Yo tenía una buena rutina, dónde trabajaba, hacía ejercicio en Central Park, tenía un momento para mí y a veces, cenaba con mi viejo amigo, Jack.

-¿Has sabído de Daniela?.- me preguntó de pronto.

-No, ella y yo quedamos en qué no nos vamos a búscar.- contesté enseguida.

-¿Y no lo harás?.- me miró confundido.

Bebí otro trago de mi vino y sonreí.

-No lo haré, porqué por primera vez, voy a hacer honor a un trato.- me limpié los labios con mi servilleta.

-¿Y sí quieres volver con ella o con Mabell?.

Mi corazón volvió a detenerse al escúcharlo y pude sentír esa tristeza qué me consumía aún por dentro. Por Daniela, por Mabell, por lo qué había perdido. Me hice muchísimo daño cuando me obligué a decidír por mi corazón en lugar de escúcharlo realmente, en lugar de darme mi espacío para poder pensarlo mejor. Pero estaba aterrado por el regreso de Daniela y sobre todo cuando mi dependencía a Mabell se vió en peligro. Estaba muy mal, definitivamente. Necesitaba mi tiempo, quería y necesitaba estár solo para saber lo qué quería hacer. Mabell no volvería, eso sí lo sabía y debía superarla para poder seguír. Y Daniela, ella estaba muy lejos y también se estaba dando su espacío para poder sanar todo lo qué había pasado. Lo habíamos prometído, no íbamos a forzar nada.

-Con ninguna, Jack.- sonreí más relajado.- Mabell fué el amor de mí vida, pero no por eso debemos quedar juntos y Daniela, era es mi alma gemela, y sí lo seguímos siendo, encontraremos la manera sana de volver uno al otro.- levanté mi copa hacía él.- Y sí no es así, siempre puedo hacerme cargo de un montón de gatos.

Le doy un sorbo a mi bebida y miró al cielo sintiéndo por primera vez en mi vida esa sensación maravillosa. Paz. Yo, Kleith Samuel Carter, estaba en paz.


Al Amor Que Dejé Atrás.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora