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Encontrarse con ese aroma le resultó algo imposible por los próximos dos meses.

Estaba frustrado, intentaba fijarse en todas las bailarinas e incluso los bailarines, buscando exhaustivamente aquel olor a caramelo y vainilla que le había hecho soñar un par de veces.

Había pensado en preguntarle a Wooseok, pero luego desistió de la idea al pensar en que seguramente el beta estaría interesado en la bailarina omega que tenía ese aroma...

Beta...

Recordar la vez que Wooseok se presentó como beta le fue algo inconsciente.

Todos habían puesto las manos en el fuego de que el alto chico se presentaría como alfa, era alto, sus hombros anchos, voz profunda y mirada intimidante. Un alfa ideal que cumplía con el estereotipo. 

Los directivos de la empresa no podían estar más que felices de poder tener a un alfa como Wooseok entre sus filas.

Y así fue como todos salieron quemados unas semanas antes del debut.

Todos se llevaron la sorpresa de que Wooseok no era un gran alfa como todos imaginaban, no era más que un simple beta, uno que miraba el piso con vergüenza al escuchar como unos directivos hablaban de estar decepcionados.

A fin de cuentas, Yuto estaba bien con eso. Siempre había notado que Wooseok nunca sería alfa, al menos no uno usual; desde que eran trainees había notado lo delicado que el alto chico era, lo pequeño que llegaba a hacerse cuando algo le incomodaba o como seguía las órdenes con extrema sumisión.

Wooseok solo era un pobre beta que recibió la espalda de los directivos por no llenar sus expectativas. 

❀ ℰ𝓃𝒹𝓊𝓁𝓏𝒶 𝓂𝒾 𝓋𝒾𝒹𝒶 ❀ ▻ PENTAGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora