⓿❸❸

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A veces estar tan calmado no era bueno.

Wooseok aprendió a la mala que a veces la tranquilidad y la paz podían tener efectos negativos. 
Sentirse tan bien junto a Yuto provocó que se olvidara de tomar los supresores esa mañana y ahora estaba nervioso en la sala de ensayo, notaba que el aroma a caramelo empezaba a emanar de él, haciéndose más intenso con cada minuto que pasaba.

El sudor corriendo por su nuca mientras intentaba enfocarse en los movimientos que sus compañeros de grupo hacían al ensayar. 
Ahora el problema también radicaba en que sentía unas grandes nauseas, no sabía si era por los nervios, el miedo o porque la noche anterior tuvo que tomarse un cóctel de pastillas mezcladas entre las que usaba para su lesión, los bloqueadores de celo y los supresores de aroma. 

Las ganas de vomitar fueron en crecimiento hasta que sentía la bilis en su garganta.

Sin decir nada, solo se levanto para apresurarse a ir a uno de los baños de la empresa, pero antes de llegar a este no pudo contenerse de vomitar, apoyado uno de sus brazos contra la pared más cercana y usando su otro brazo para presionar un poco su vientre.

Su pobre desayuno termino en el suelo, pero ni siquiera lo veía ante las lagrimas que se formaron en sus ojos, la sensación agria en su boca y lo irritado de su garganta le tenían sumido en su cabeza, ignorando a su alrededor cuando otro mareo le hizo volver a curvarse, vomitando nuevamente hasta que sus piernas temblaron como gelatina.

Un par de manos sujetaron su cintura, poniéndole en alerta y estando dispuesto a alejarse al no querer que nadie sintiera su aroma, el cual se había incrementado en fuerza y dulzor.

Pero el aroma a romero le hizo relajarse, dejando que ese aroma le envolviera hasta que todo su cuerpo quedo impregnado con este.

El doctor Kim no tardo en sujetarle mejor, ayudandole a caminar hasta el consultorio, cerrando la puerta tras de si y ayudado al alto omega a recostarse sobre la camilla. A simple vista, el chico estaba del asco, su piel palida, el sudor corriendo por su rostro, cuello y manos, su respiracion algo agitada e incluso algo del vomito aún sobre sus labios, limpiando estos con ayuda de una servilleta.


— Wooseok, te he venido oliendo desde que llegué... Y ahora te encontré vomitando todo tu estomago, ¿Qué sucede exactamente contigo?

— Y-Yo... O-Olvide de tomar mis supresores hoy y-y... M-Me puse muy nervioso. 


El alfa soltó un suspiro antes de empezar a revisar mejor al omega; si bien escuchaba decir a este que estaba bien o que se pasaría una vez le dieran supresores para su aroma, no creía en ello. Años de tratar al cachorro frente a si le hizo aprender cuando el cuerpo de este sufría algo que debía ser atendido con urgencia.

Claro que le fue algo complicado el estar enfocado, el aroma tan dulce del caramelo y vainilla le hacían fruncir a veces la nariz, inhalando y exhalando con calma mientras subía la playera del muchacho, rozando sus dedos contra su torso. Cuando sus dedos presionaron una parte de su bajo vientre y un quejido bastante fuerte se hizo presente fue que detuvo sus movimientos, fijandose como el sudor de la frente del omega volvía a caer en forma de gruesas gotas.

Antes de que el profesional pudiera decir algo, la puerta de su consultorio se abrió bruscamente, escuchándose un fuerte gruñido antes de ser apartado de al lado de la camilla.

Kim estrecho sus ojos al notar como Adachi Yuto se ponía frente al maknae, buscando protegerlo y gruñendo en su dirección, queriendo dejarle ver al alfa mayor que no tendría problemas en luchar contra él si se acercaba al chico de la camilla.

❀ ℰ𝓃𝒹𝓊𝓁𝓏𝒶 𝓂𝒾 𝓋𝒾𝒹𝒶 ❀ ▻ PENTAGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora