Ese era el último año de Universidad de Yoohyeon, era el año en el que Minji ganaría la primer competencia mundial y usaría el dinero para comprar otro gimnasio. Le seguiría el empleo de Yoohyeon en una empresa estadounidence por unos 3 meses como pasantía, 2 años trabajando luego de que se graduara y terminaría volviendo a Corea para trabajar en la nueva oficina que tenía el papá de Takeru en Seúl para meterse en el mercado Coreano de cerca. Y como necesitaba gente de confianza, joven e innovadora, los envió a ellos dos junto a otra chica, llamada Shuka, para trabajar juntos.
Él era demasiado serio y enfocado, ella era más relajada y divertida pero aún así responsable. La tercera esperaba que algún día fueran algo pero como siguieran los 3 encerrados en su oficinas 24/7 sería muy dificil. Además el tiempo que pasaban juntos, estaban los tres, y solo hablaban de UDS, ya que su "hijo" los estaba consumiendo. Mientras tanto Minji fue a Italia para conocer a su sobrino y ver si Honda grabaría el comercial ahí o tendría que volver hasta Japón. Por suerte en una tarde grabaron todo y tuvo el resto de la semana libre para pasar con su hermano, su cuñada y el nuevo amor de su vida, es decir Alessandro, su sobrino. Después tenía que volver a las agitadas competencias.
—Es que... ¡Es tan lindo! Deberias venir a ver a tu sobrino, Yoo.—Habló con el celular entre el hombro y la barbilla mientras cargaba al niño.
—Podriamos volver en cuanto tenga vacaciones... De momento estamos muy ocupados.—Suspiró recordando que recién comenzaban la producción real, serían unos largos meses para llevar a cabo la idea que tenían de un universo alterno. Aunque si eran realistas, la idea era miles de veces más difícil de pensar que ponerlo en desarrollo. Por suerte no era nada en comparación a Madoka Mágica.
—El proyecto secreto, es verdad. ¿Estás comiendo bien, durmiendo y usando los lentes?—Se hizo un pequeño silencio al otro lado de la linea y Minji ya podía visualizarla frente a enormes pantallas forzando la vista.—Ay ¿qué haré contigo?
—Pues me gustaría que vengas a hacerme de todo.—Comentó con un puchero, aún sabiendo que Minji no la veía. Tecleaba y hablaba tranquila con los auriculares-microfono, sabiendo también que tenía una oficina para ella sola. Si la conversación volvía salirse de contexto, nadie lo sabría.—Te extraño.
—Y yo a tí, bebé. En cuanto termine vuelvo a Corea así que tenemos tiempo para estar juntas ¿verdad?
—Uhm como siga encerrada aquí el único tiempo juntas va a ser cuando me bañe.
—¿Les falta mucho tiempo para terminar?
—Como sigamos así, si. Los tres somos novatos, antes por lo general había alguien con al menos 3 años de experiencia. Además tenemos que trabajar con más personas y damos muchas indicaciones... ¡Ag!
—¿El martes podemos almorzar juntas? Necesitas salir un poco. Descansar.
—Sí.
—Y creo que encontré al nuevo amor de mi vida, así que debemos hablar de eso.
—Ay me estas cambiando por nuestro sabrino. Mala.
—No exactamente.—Suspiró cuando Alessandro comenzó a llorar, lo miró segura de que había notado sus nervios. Había escuchado que los bebé persivian esas cosas.— Mira, bebé... Yo um... Ale cal-ma-te~... ¿Te gustaría adoptar? No sé piensalo, bye. Ya te llamó.
Cortó antes de que al pequeño se le saliera un pulmon por la fuerza que hacía para llorar. No podía creer que otra vez estuviera llorando así mientras buscaba a su mamá para que le diera de comer. Lo tomo con ambas manos volviendo adentro mientras los mesía, intentando que eso lo calmada.