Capítulo 4

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Mina y la mortífaga

     Después de aquel fin de semana, todo volvió a la tranquilidad. 

     Pude saber que el libro utilizado en pociones aquel año sería el de Pociones Avanzadas de Zygmunt Budge. Me extrañó, porque era muy viejo.

      Los libros de los años anteriores eran más novedosos, ¿porque de repente Severus nos ponía uno tan anticuado? Él, como era, debía saber que muchas de las pociones anotadas allí tendían fallos.

     Las compensaciones entre los elementos eran inexactos, las equivalencias inapropiadas, las explicaciones erróneas... Estaba bien, pero podía mejorarse considerablamente. 

     Entonces descubrí un nuevo pasatiempo. Me pasé lo que restaba del verano corrigiendo el libro. Era un trabajo pesado que precisaba de hacer la poción al lado para comprobar que estuviera hacía una mejora y no lo empeoraba, por lo que al final acabé en el antiguo dormitorio principal y establo de Buckbeak como laboratorio. Nadie subía, y no dejé entrar a Lupin o Tonks, por lo que no había problema. 

     También acepté que el mejor invento del mundo eran las vuelaplumas. Tenía tantas cosas que apuntar, que simplemente me compré una, la adapté a mi caligrafía, y le dicte centenares de información que después mandaba tachar o las releía para que la vuelapluma las pasara a limpio a una velocidad extraordinaria. 

     Estaba segura de que iba a llegarme una para las clases de historia.

     Me compré un montón de recipientes y tarros para poder guardas las pociones y etiquetarlas correctamente. Y no fue hasta en la poción Filtro de muerto en vida en la cual tuve que comprarme libros sobre relaciones de las propiedades de las plantas y los ingredientes entre si, pero valió la pena. 

     Era una poción magnífica si sabías como hacerla. Para que saliera perfecta, yo la tuve que hacer cinco veces retocando lo escrito. Me divertí de lo lindo.

     Compré un libro en blanco, y pasé a limpio todos los avances que iba haciendo, como una edición mejorada. Admito que me despejaba la mente hasta el cansancio y podía dormir relativamente bien. 

     Estábamos ya en sexto, habíamos pasado los TIMOS. Dentro dos años saldríamos de Hogwarts, por lo que sabía que lo que estaba haciendo era lo propio. Todos los alumnos deberían ser capaces de hacer esto. Ya llevábamos cinco años en la escuela, ¿acaso no habíamos aprendido nada? Pronto saldríamos a la calle, y necesitábamos aprovecharnos lo máximo posible de la ayuda de los profesionales.

     También pude notar que cuando me concentraba demasiado y quería hablar muy rápido, utilizaba el parsel. Por lo que me pregunté a mi misma ¿por qué no utilizar el parsel en hechizos? El resultado fue que costaba ligeramente más. Las pociones se disolvían mejor, las Artes oscuras salían más fluidas y la defensa contra las mismas artes eran más rápidas.

     Fue de las únicas veces que agradecí mi don. Todos pensaban que Salazar era un mago oscuro, y yo no tengo pruebas de lo contrario, pero el parsel no era un arte oscura. Solamente era un idioma diferente ¿qué tan malo podía ser? Salazar Slytherin aspiraba a la grandeza, era normal que cosas como el parsel ayudaran en la magia.

     Podría se que el icono de la inteligencia fuera Rowena Ravenclaw, pero no era lo mismo la inteligencia que el no ser estúpido. Y Slytherin no era para nada estúpido. 

     Mientras todo esto pasaba, habían historias de desapariciones, extraños accidentes e incluso muertes que aparecían casi a diario en El Profeta.

     Ataques de dementores muy seguidos, y el cadáver de Igor Karkarov en una choza, en el norte; los asesinos dejaron la Marca Tenebrosa. La verdad es que me sorprendió que Karkarov siguiera con vida un año después de haber abandonado a los mortífagos.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora