Capítulo 26

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Trazando el plan perfecto

     Esa noche Draco pasó la noche en la enfermería, sin atreverse a volver al frío de la sala común. Nunca lo había visto tan vulnerable.

     Le di un calmante que siempre llevaba conmigo y lo obligué a dormir. Le prometí que no me separaría de él, y que cuando despertara yo seguiría a su lado. Por mi parte, no pude dormir, y tampoco me podía permitir descansar. Me había estado preparando para ese momento, memorizando el libro sobre la creación de los armarios que había conseguido en el verano.

     Era hora de ponerlo en práctica.

     -Draco -lo zarandeé-. Draco despierta.

     Poco a poco, el rubio fue abriendo los ojos. No tenía las ojeras tan notables que había tenido durante las últimas semanas, y el rojo de sus mejillas había desaparecido casi por completo. Sin embargo, los marcados pómulos y y la piel grisácea de daban un aspecto enfermizo que nunca había tenido. Los ojos vacíos me miraron esperando saber que tenía que hacer.

     -¿Has dormido bien? -le pregunté.

     Vacilante, asintió con la cabeza.

     -Hacía mucho tiempo que no tenía pesadillas... -confesó.

     -Me alegro, pero no podía dejar que la gente te vea aquí, sería sospechoso -le expliqué levantándome-. Ahora lo importante será pasar inadvertidos, no podemos dejar que la gente del colegio nos relacione. Ni los alumnos, ni el director, ni el profesor Snape, ni Crabbe y Goyle. ¿Entiendes porque?

     -Pues no mucho la verdad -dijo muy bajito tímidamente. 

     Era un gran cambio para el Slytherin. Normalmente habría lanzado un comentario sarcástica llamando idiota a alguien y después se hubiera quedado una noche en vela pensando la verdadera respuesta. Al parecer estaba cansado de fingir, y pensó que lo mejor era ir hacia lo seguro.

     -Porque no quiero que me relacionen con el Rey -expliqué suavemente-. Potter te atrapó en el tren, y fuiste muy imprudente al revelar algo tan comprometedor a tus amigos. Una vez consigamos nuestro cometido, no tardarán en relacionar los hechos contigo, pero yo no quiero tener nada que ver. Te voy a ayudar por ti, no porque quiera estar en el bando de los mortífagos o porque esté de acuerdo con sus ideales, sino por ti. Que te quede claro.

     -Vale -por lo menos tenía la decencia de verse avergonzado por sus impulsos al principio de curso-. Entonces, ¿cómo lo haremos? -preguntó al final.

     -Yo no puedo faltar a mis clases, y tu tienes que seguir con tu papel de solitario, por lo que deberás pedir Crabbe y Goyle que sigan con su papel -reflexioné-. Ellos son idiotas, y no hará falta que les lance un Imperius para que sigan con lo suyo. Les modificaré la memoria.

     -¿Puedes hacer eso?- preguntó con un amago de asombro.

     -No eres el único que ha estado activo este verano -rodé los ojos-. Llevo escapando del mundo mágico dos años; cambiar la memorias de dos idiotas con una sola neurona compartida no es un reto. 

     -¿Entonces esta tarde a las siete? -cuestionó nervioso.

     -No tenemos demasiado tiempo -negué con la cabeza-. Tu no te preocupes, ve como si nada. Cuando salga de clases, averiguaré donde estás y acudiré a ti si veo que te encuentras en el séptimo piso.

     Asintió tensó, y no le podía negar. Su vida y la de sus padres dependía de que realizara un asesinato que ni él mismo quería hacer, una misión imposible. No me preguntó como lo encontraría, ni si estaba segura de que lo haría. No cuestionó mis habilidades, y simplemente decidió cumplir con mis requisitos.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora