Capítulo 13

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Estado de estupidez parte 1: Ginny

     Este año estaba lleno de gente con estado de estupidez. Extrañamente, aunque era tanto para chicos como chicas, yo tuve que encargarme del de las chicas. 

     Nymphadora estuvo en el verano, y pensé que no debería toparme con nadie más así en Hogwarts, pero me equivoqué. Si pensé que lo peor había pasado, eso era porque no contaba con las hormonas revolucionadas de la "edad del pavo".

     Una de ellas fue Ginevra Weasley. Ginny para los amigos.

     Unos días antes de que el estado de estupidez de la pelirroja se presentara, Hermione dio sus primeros indicios. Más específicamente el martes por la mañana, donde Harry aprovecharía la hora de Herbología para contar lo visto en sus clases de Dulbledore.

    -¡Basta de cháchara! -los reprendió la profesora Sprout, que se había acercado y los miraba con gesto adusto-. Os estáis retrasando. Vuestros compañeros ya han empezado y Neville ha conseguido extraer la primera vaina.

      Los tres amigos miraron. Era verdad: Neville, con un labio ensangrentado y varios arañazos en la mejilla, aferraba un objeto verde del tamaño de un pomelo que latía de forma repugnante. 

     -¡Sí, profesora, ahora mismo comenzamos! -dijo Ron

    Los tres respiraron hondo y se abalanzaron sobre la retorcida cepa con que les había tocado lidiar. La cepa cobró vida al instante y de su parte superior brotaron unos tallos largos y espinosos como de zarza.

     Yo estaba igual que ellos. Una de las ramas se me enganchó en el pelo y la corté con las tijeras de podar con de la mano derecha. Luego sujeté el utensilio con los dientes y até dos de los tallos.

     -Peque -le susurré- Saca la vaina.

     Mientras yo abría el hueco haciendo fuerza con las dos manos, el pequeño bowtruckle entró con gran sigilo y fácilmente arrancó aquella fruta que era el doble de su tamaño. En el mismo momento en que la fruta salió fuera y la pude atrapar con mis manos, los espinosos tallos volvieron a replegarse y la nudosa cepa se quedó quieta como si fuera un inocente trozo de madera muerta. 

     -¿Que te parece tener una de estas plantas en casa? -le pregunté a Peque que volvía a mi sujetador-. ¿Crees que quedaría bien en el salón?

     Peque negó rápidamente.

     -¿En la salita? -después de esa pregunta, ladeo la cabeza pensativo como si estuviera imaginando como quedaría aquella planta asesina para recibir a los invitados, y asintió-. En la salita entonces.

     Sujeté la palpitante vaina y la puse dentro del cuenco.

     -¡Estrújala niña! -me decía la maestra- ¡Son mejores cuando están frescas!

     Me arremangué bien y metí una mano en el cuenco mientras con la otra sujetaba la parte superior del mismo para que no se me escapara por la fuerza que estaba ejerciendo. 

     Harry, Hermione y Ron volvieron a su mesa cerca de la mía para exprimir la suya, en ese caso Ron se manchó las manos.

     -En fin -dijo Hermione-, Slughorn va a organizar una fiesta de Navidad, y de ésa no conseguirás escaquearte Harry, porque me pidió que averiguara qué noches tienes libres. Quiere asegurarse de celebrarla un día en que puedas asistir. 

     Harry dejó escapar un quejido. Y Ron, que estaba intentando exprimir la vaina en el cuenco a base de retorcerla con todas sus fuerzas, espetó con enfado: 

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora