Capítulo 12

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El enigma

     Al día siguiente trasladaron a Katie al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. A esas alturas la noticia de que le habían echado una maldición se había extendido por todo el colegio, aunque los detalles eran confusos y parecía que nadie, excepto Harry, Ron, Hermione, Leanne y yo, se había enterado de que Katie no era la destinataria del ataque. 

     El lunes bien temprano, cuando salí para desayunar, me encontré a Draco por el pasillo de las mazmorras. Lo agarré de su antebrazo y lo metí en una aula en desuso en contra de su voluntad y ante sus protestas. 

     -Muffiato -apunté a la puerta, aunque no hubiera nadie, no iba a correr riesgos.

     -¿Qué te crees que haces? -me gritó.

     -¿Que te crees que haces tu, Malfoy? -pocas veces usaba su apellido-. Una alumna casi muere por tu estupidez.

     Se puso más pálido de lo que estaba. Parecía que había perdido un par de quilos.

     -No se de lo que estás hablando -apretó los dientes.

     -Habló de que el collar de ópalos que maldijo a Katie Bell casi le cuesta la vida -gruñí en su dirección-. ¿A que estás jugando? Sabías perfectamente que le confiscarían el collar solo pasar por Filch. 

     -Yo no pude ser porque estaba castigado con McGonagall -se excusó.

     -Si, lo admito, buena escusa -acepté-. Pero llevo todo el fin de semana pensando en como tu, Draco, que no le has contado la misión a nadie habrías conseguido que alguien te ayudara a lanzarle un imperius a una alumna. Solamente hay una forma de que alguien te ayudara de una forma tan arriesgada sin poner peros, otra maldición imperius.

     -No tienes pruebas de nada -dijo mordaz.

     -El simple hecho de que no me lo hayas negado significa que por tu culpa casi muere alguien inocente -le enfrenté. Ese año se había vuelto más alto que yo-. ¿Acaso no me dijiste que no querías que los magos se enfrentaran? ¿No me dijiste que quedábamos pocos? ¿Entonces porque casi matas a alguien que ni siquiera está en uno de tus preciados bandos?

     Sus ojos, estaban llorosos. Su voz sonó cortante.

     -También te dije que los fines justificaban los medios -contestó-. Y ahora que ya sabes de lo que soy capaz, apártate de mi camino y no vuelvas a enfrentarme.

     -Y yo te lo vuelvo a recordar -sacó su varita, lo desarmé y le apunté a la barbilla-, sigo siendo mejor que tu. Puede que no tenga bandos, pero no me apetece que inocentes mueran por misiones fallidas Draco -le advertí-. Puede que tenga menos sentimientos que la mayoría de los Slytherin, pero nunca me gustó que terceras personas salieran heridas. La estúpida misión es matar a Dumbledore -él no cambió su rostro-. Entonces esto es algo que tenéis tu, el director y el Rey. Los alumnos de Hogwarts no tienen nada que ver.

     -No hables de cosas que no sepas -intentó apartar mi varita de un manotazo, la apreté más obligándolo a alzar la cabeza.

     -Te recuerdo que yo veo más de lo que hablo, Draco -aparté mi varita-. Solamente te advierto que no pensaba ponerme en tu camino. También acepté que no me importa matar si alguien se lo merecía. Pero entre una cosa y la otra, no me apetece seguir tu camino si los medios es matar a inocentes.

     -Eso que dices no tiene nada de sentido -dijo recogiendo su varita del suelo-. Matar es matar. Da igual que sea malo o bueno, matar es solo un acto.

     -Por supuesto que no -hice una mueca-. ¿Quién te ha convencido de eso? ¿Tía Bella? Sabes tan bien como yo que hay gente que matarías con más facilidad que a otras. Eso es lógica común. Puede que las dos cosas estén mal y que signifiquen acabar con una vida humana.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora