Capítulo 5

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Una semana muy movidita

     Solamente me quedaba una semana para que las vacaciones acabaran. 

     Cuando Remus no estaba, Tonks entraba en la habitación que yo estuviera y se ponía a llorar como una magdalena. Eso incluía cuando estaba en mi laboratorio lleno de pociones peligrosas. 

     -Por favor -le dije un día sentándola en una silla y dibujando un circulo de tiza a su alrededor en el suelo-. Cuéntame tus miserias pero sin salir de aquí. La última vez tuvimos suerte de que no nos llegara a tocar el líquido del tarro que derrumbaste.

     Ella y Remus tenían una relación muy extraña. Estaban como saliendo, pero no salían. Y él le recordaba que la quería pero que era un hombre lobo muy viejo para ella y la volvía a dejar. Y como él vivía conmigo, me contaba sus penas muy abatido durante las comidas, que eran los únicos momentos del día que nos veíamos. Y cuando yo me encontraba sola con Tonks, ella me decía o que estaba haciendo avances o que Remus era un idiota, pero que era su idiota.

     Yo me la pasando escuchando en silencio, y más de una vez tuve que poner un hechizo para no escucharlos y poder concentrarme. De verdad que eran unos pesados. Si fueran Slytherins, les quitaría las varitas y los encerraría en un lugar hasta que lo arreglaran, pero no sabía si funcionaría con Gryffindors o Hufflepuffs. No entendía porque se complicaban tanto la vida. El la quería, ella lo quería, ¡pues ya está! los problemas se arreglan después. 

     La semana antes de ir a Hogwarts, fue muy movidita.


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     7 días para la vuelta al cole

   -¿Quieres que te acompañe a la estación? -me preguntó Tonks sentada en su silla dentro del circulo de tiza.

     -Podré apañármelas sola, gracias -le dije sin apartar la vista de mi nuevo ejemplar de Traducción de Runas Antiguas.

     Estábamos en el laboratorio, y quería comprobar si las runas primerizas causarían un gran cambio en los Elixires Eternos si las aplicábamos con los números que me habían dado por la práctica de Aritmancia.

     -Es que yo debo estar en el tren como refuerzos... -dijo como lo que no va la cosa.

     -Trabajo de Dumbledore? -pregunté.

     -No -negó-. Con forme están las cosas, el Ministerio quiere los alumnos tengan protección por lo que está pasando, y han pedido aurores para el Expreso.

     -Supongo que quien ha elegido a los aurores es Kingsley.

     -Tenemos mucha suerte de que esté de nuestro lado ¿no? -sonrió, pero no era su alegría habitual.

     -Supongo -le resté importancia.

     -Por eso -continuó ella-, como las dos vamos al mismo sitio, lo mejor será que vayamos juntas.

     -Yo iré temprano.

     -A mi no me importa -dijo.

     Levanté la mirada. Se veía cansada y deprimida. Su rostro daba pena, y su pelo estaba muy apagado.

     Suspiré.

     -Está bien -me rendí-. Haz lo que quieras.

     -Bien -aplaudió-. Nos disfrazaremos y nadie nos reconocerá. Yo no precisaría eso, pero sería extraño que una auror acompañara a una alumna nueva.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora