Capítulo 30

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El lamento del fénix 

     Por desgracia, no podía quedarme mucho más allí. 

     Pasé entre los estudiantes entumecidos, y dejé a Harry allí junto Hagrid y Ginny. Subí las escalinatas y, con Nyx en mi hombro derecho y Peque asomando por el escote de mi camisa, me encaminé hacia la enfermería a paso decidido.

     Peque volvió a meterse entre mis pechos, parecía cansado, y Nyx me apretaba preocupada el cuello. Estaba triste por como nos habíamos separado mi padre y yo.

     A lo lejos podía oír voces ininteligibles; sollozos, gritos y lamentos hendían la oscuridad, pero seguí camino. Subí los escalones de piedra y entré en el vestíbulo. Los rubíes de Gryffindor brillaban en el suelo como gotas de sangre mientras atravesaba la escalinata de mármol.

     Llegué a la enfermería. Al entrar, vi a Neville acostado en una cama cerca de la puerta; al parecer dormía. Ron, Hermione y Luna se apiñaban alrededor de una cama al fondo de la habitación. Tonks y Lupin estaban al lado de un mortífago moribundo que se zarandeaba en medio de la camilla entre lamentos y gemidos. Todos se volvieron hacia la puerta. 

     Entré a paso apresurado. Cuando llegué a la mitad, la puerta volvió a abrirse mostrando a Harry y Ginny.

     -Lily -dijo Poppy trayendo una bandeja hacia el mortífago-. ¿Que le ha pasado? Me han dicho que lo cure pero...

     -Os lo explico después - le contesté con brusquedad-. No queda demasiado tiempo. Apartaros un poco. Nyx, ponte sobre la mesita por si acaso.

    Remus y Dora (Tonks) se apartaron bajo la mirada de toda la enfermería. Agarré una silla y me senté al lado de la cama del hombre. No faltaba demasiado.

     -¿Que le está pasando? -preguntó Poppy. Pero no contesté.

     -Relaxo -convoqué el hechizo en parsel para que nadie entendiera. El cuerpo del mortífago dejó de moverse.

     -¿Qué has hecho para que se tranquilizara? -volvió a preguntar, la enfermera. 

     Hice otro hechizo no verbal.

     Puse una mano encima de la cara del hombre, dejándola inmóvil, y con la punta de la varita la coloqué al de su cabeza: Legereme.

     Me encontraba en una sala grande, una mesa larga rodeada sillas bajo una impresionante lámpara de araña blanca. En la pared derecha, el emblema de la familia Malfoy. Había un montón de gente reunida, tanto que incluso había de pie. 

     El Rey era el único que ocupaba uno de los extremos de la mesa.

     Escuché simples murmuros rápidos. Cada uno con una voz diferente.

     -Los Lestrange con cazadores a Noruega están en marcha...

     -Marck está en España, tardará dos semanas en traerlo...

     -Quiero que enviéis a los hermanos Bolstrow a Bulgaria, que averigüen donde están los otros tres...

     -La señorita Bolstrude está en Dinamarca...

     -Flint y Gamp ya llegaron a Italia...

     -Sr Parkinson y Yaxley junto a un grupo irán a Fráncia...


     Todo se volvió negro, como si el recuerdo hubiera acabado. 

     -¡Lily! -noté como me zarandeaban.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora