Capítulo 20

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Un partido al lado de Luna

     -O sea que, entre una cosa y otra, no ha sido el mejor cumpleaños de Ron, ¿verdad? -dijo Fred. 

     Era de noche. La enfermería se hallaba en silencio; habían corrido las cortinas delas ventanas y encendido las lámparas. La cama de Ron era la única ocupada junto a la mía. Harry,Hermione y Ginny, sentados alrededor de él, habían pasado todo el día tras la puertade doble hoja intentando asomarse al interior cada vez que alguien entraba o salía. Laseñora Pomfrey no les permitió entrar hasta las ocho en punto. 

     Fred y George habían llegado a las ocho y diez. 

     -No era así como imaginábamos darle nuestro obsequio -dijo George contesto compungido. Dejó un gran paquete envuelto para regalo en la mesilla de noche de su hermano y se sentó al lado de Ginny. 

     -Sí, él debía estar consciente -añadió Fred. 

     -Fuimos a Hogsmeade y lo esperábamos para darle la sorpresa... -continuó George. 

     -¿Estabais en Hogsmeade? -preguntó Ginny. 

     -Nos planteábamos comprar Zonko -explicó Fred-. Queríamos convertirla en nuestra sucursal en Hogsmeade, pero ¿de qué nos serviría si ya no os dejan salir los fines de semana para adquirir nuestros productos? En fin, ahora eso no importa -acercó una silla a la de Harry y contempló el pálido rostro de Ron. -¿Cómo pasó exactamente, Harry? 

     Éste volvió a relatar lo que ya había contado un montón de veces a Dumbledore, la profesora McGonagall, la señora Pomfrey, Hermione y Ginny. 

     -...y entonces le metí el bezoar por el gaznate, pero no se lo tragaba porque al parecer tenía la garganta taponada, por lo que Lily hizo un hechizo y él empezó a respirar un poco mejor. Slughorn fue a pedir ayuda y acudieron la profesora McGonagall y la señora Pomfrey, que lo subieron aquí. Dicen que se pondrá bien. La enfermera cree que tendrá que quedarse en la enfermería una semana, tomando esencia de ruda... 

     -Jo, vaya suerte que se te ocurriera lo del bezoar -comentó George. 

     -La suerte fue que hubiera uno en la habitación -puntualizó Harry. 

     Hermione emitió un sollozo casi inaudible. Llevaba todo el día más callada de lo habitual. Al llegar se había abalanzado sobre Harry, pálida como la cera, para preguntarle qué había ocurrido, pero después apenas había participado en la interminable discusión entre Harry y Ginny acerca de cómo habían envenenado a Ron. Se limitó a quedarse de pie junto a ellos en el pasillo, con las mandíbulas apretadas y cara de susto, hasta que por fin les permitieron entrar a verlo. 

     -¿Lo saben ya papá y mamá? -le preguntó Fred a Ginny. 

     -Sí, ya lo han visto. Llegaron hace una hora. Ahora están en el despacho de Dumbledore, pero no tardarán en volver... 

     Se quedaron en silencio y observaron a Ron, que decía algo en sueños. 

      -¡Ay! -todos dirijímos la vista a Fred, quien miraba mal a su hermano mientras se frotaba las costillas y se acercaba a mi-. Me vengo contigo para que no te pongas celosa de la atención que recibe mi patoso hermano menor.

     -Preferiría que os fuerais todos -gruñí, pero esté sonrió de lado.

     -Tan amorosa como siempre -rodó los ojos Fred.

     -¿Cómo te encuentras? -preguntó a lo lejos George.

     -Romilda es patética con las pociones, y al parecer le echó un poco de cerveza de mantequilla para que se mezclara bien con los calderos de chocolate -me obligué a mantener los ojos abiertos, estaba cansada.

Lilianne y el Príncipe MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora