Intercambios con Draco Malfoy
Deberes, deberes y... ¡o mira!, ¡ más deberes!
Estudiar todo el verano no te quitaba el hecho de que los maestros iban a mandar deberes por todo. Podía ver a los Slytherin de mi año estudiar a todas horas como si tuviéramos exámenes todos los días, y por si fuera poco las clases exigían más concentración que nunca.
Hasta Theo tuvo que pedir a la profesora McGonagall que repitiera lo que explicaba al menos en un par de ocasiones. Y debo remarcar, que gracias a que lo hacía él, yo no preguntaba.
En las clases de pociones, Harry y yo destacábamos de sobre manera, y estaba segura que eso fastidiaba cada vez más a Hermione. Aunque solamente sea por Harry, quien ella decía que hacía trampa.
A mi no me molestaba del todo, era como encontrar a un rival digno en esa materia. Me gustaba comprovbar que, aunque fuera un poco, mi poción era mejor que la de él. Mis apuntes contaban con un maestro de pociones experto y, lo quieras o no, el talento de cada uno también ayudaba.
¿Para que negarlo? Yo tenía talento.
Se pedía a los alumnos que realizaran hechizos no verbales, no sólo en Defensa Contra las Artes Oscuras, sino también en Encantamientos y Transformaciones. Muchas veces, en la sala común o durante las comidas, miraba a mis compañeros de clase y los veía colorados y haciendo fuerza como si hubieran ingerido un exceso de Lord Kakadura, pero sabía que en realidad estaban esforzándose por realizar hechizos sin pronunciar los conjuros en voz alta.
Por suerte, en los invernaderos encontrábamos cierto desahogo; en las clases de Herbología trabajábamos con plantas cada vez más peligrosas, pero al menos todavía permitían decir palabrotas si la Tentácula venenosa nos agarraba por sorpresa desde atrás.
Luego estaban mis clases nocturnas. Donde Hagrid me había enseñado un par de maravillosas criaturas. Aragog, la acromántula, por ejemplo. La visitábamos bastante, y entonces Hagrid se ponía triste. La criatura se estaba muriendo.
Al parecer sentían mi parte de animaga, porque no se me aceraron. Las arañas huían del basilisco, no tenía duda. Aragog, estaba ya muy vieja. Era la araña más grande que había visto en la vida y no titubeó al contradecir a su amo diciendo que a los últimos humanos que vio, se los intentó comer. Un par de deliciosos bocados que recordaba que se llamaban Ron y Harry.
Que coincidencia, ¿verdad?
También tuvimos unos problemas con un par de troles de bosque, donde vi a Kilian mirarnos desaprovatoriamente desde detrás de un árbol, pero nunca se mostró y yo nunca dije que lo había visto. En otra ocasión, tuvimos el placer de estudiar a los bowtruckles más a fondo, pero solamente con la ayuda de Peque la cual se negaba a volver con su colonia y volvió a mi. También visitamos a Grawp. Había cambiado increíblemente y ya no intentaba aplastarnos como la primera vez que lo vi.
Sin embargo, Hagrid seguía triste porque el trío de oro no se había presentado a sus clases, y ni siquiera los saludaba por los pasillos o comía en las mesas de los profesores. Más de una vez quedé con él a comer para animarlo y que me enseñara un par de cosas. Sus pensamientos siempre acababan en Aragog.
En alquimia, mis clases con el profesor Dumbledore iban fluidas. No hablábamos de nada que no fuera la asignatura, y tampoco comentábamos nada de lo ocurrido en el sábado. Simplemente deberes y más deberes de su parte, donde también le pareció gracioso que utilizara la magia no verbal en eso.
¿Tenéis idea de lo difícil que me resultó un aqua eructo no verbal? Tuve que practicar durante toda una noche para estar segura que en las próximas veces me saldría a la primera. O el conjuro de mezclar, o de crear fuego.
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Lilianne y el Príncipe Mestizo
FanfictionY es justamente este año, en el que todo el mundo sabe que el Rey ha vuelto y ha estallado la burbuja de felicidad que les envolvía. Supongo que deberé ayudar a que Harry no muera pero que la familia de Malfoy tampoco. ¿Se puede saber cua...