Solo quiero dormir
Admito que el lunes me agotó más de lo que esperaba.
Había calculado la tarea, la cual había aumentado un veinte por ciento en proporción habíamos comenzado el curso.
Las redacciones se pedían más cortas pero con el mayor contenido posible para calificar nuestra capacidad de resumir. Los hechizos se explicaban en un menor periodo de tiempo dando a entender que debíamos ser más rápidos en cuanto concentrarnos en nuestra magia, o si no se solaparían uno encima de otro en la misma clase. Los hechizos antiguos, que la mayoría de los alumnos se sabían como la palma de su mano, fueron enviados para deberes para que se expondrían de formas no verbales (daba gracias a que solamente eran cosas simples dadas en primero y segundo).
Mi mayor dolor de cabeza fue en clase de alquimia con Dumbledore como profesor. En verdad tenía mis dudas de como me veía, pero me decantaba por dos opciones: alumna que puede sobrevalorar y por eso enviaba tarea por un tubo de ramas incluso secundarias de la materia que se complementaban con otras asignaturas, o como una pequeña sabelotodo a la que hay que apretar los botones para ver hasta donde pudiera llegar sin reventar.
Algo si tenía en mente, no me iba a dar por vencida y pensaba mantener unas calificaciones perfectas como había mantenido hasta entonces.
Después de pasarme toda la tarde en la biblioteca (dejando libre la sala de los menesteres para Draco) haciendo la mayor cantidad de deberes posibles con la ayuda del vuelapluma (eso de poder dictar a una alta velocidad la tarea y que se escribiera con mi letra había sido mi salvación para compensar el trabajo extra), me percaté de que me había ausentado de mis deberes como prefecta en donde debía participar en una reunión a las cuatro.
En mi reloj marcaban las siete.
Dando un largo suspiro, y sabiendo que solamente quedaba una hora para la cena, deseché la idea y saqué el giratiempos dejándome exactamente a las cuatro menos cuarto. Estaba tan cansada, y me dolía tanto el cuello de la mala postura, que no tenía ni ganas de esperar una hora para cenar y luego saltar en el tiempo. Solamente me apetecía acabar cuanto antes aquel lunes.
Sinceramente no hubo nada interesante aquella tarde. En la reunión impartieron los nuevos horarios de supresión y las nuevas rondas nocturnas. Los premios anuales pusieron al aire la idea de reformar parejas por medio del azar para poder incrementar la unanimidad de las casas, pero a nadie le hizo demasiada gracias y las parejas volvieron a ser un chico y una chica de la misma edad y casa.
Las rondas nocturnas serían más extensas a causa de la elevación de las medidas de seguridad, y cuando nos repartieron el horario (el cual yo misma cogí el de Draco porque no se encontraba en la reunión), nos dejaron volver a nuestras tareas.
-Espera Lilianne -escuche una dulce voz tras de mi.
Puede encontrarme con Astoria, un año menor que yo y en esos momentos prefecta Slytherin de quinto junto a Harper. A este se le notaba a kilómetros que no sabía que la intención de morena era llamar mi atención. Él, igual que la mayoría de las serpientes, compartían los ideales prejuiciosos sobre la sangre y sus descendientes.
-¿Que haces? -preguntó en un murmuro a la chica, pero lo alcancé a oír.
-Adelántate, necesito hablar con ella en privado -le susurró de vuelta.
-Eso de llamar a alguien y luego hacerse el desentendido funciona mejor cuando no sois los únicos tras de mi -hablé en voz clara dando a entender que no tardaría demasiado en irme.
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Lilianne y el Príncipe Mestizo
Fiksi PenggemarY es justamente este año, en el que todo el mundo sabe que el Rey ha vuelto y ha estallado la burbuja de felicidad que les envolvía. Supongo que deberé ayudar a que Harry no muera pero que la familia de Malfoy tampoco. ¿Se puede saber cua...