25. NO TE PREOCUPES

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NO TE PREOCUPES.

DANIEL

Jaime era un tipo joven y muy atractivo. Pero su lenguaje corporal con Leta, me había resultado desde el minuto uno, demasiado invasivo. Vamos, que iba con ella a saco. A mí me  ignoró. Ventaja para mí, que me dejaba de espectador del intento de flirteo, rozando el acoso.

Al principio Leta y yo nos  limitamos a cruzar algunas miradas.

Ella se había sentado y había comenzado a recibir a sus lectoras, que desfilaban con sus libros en la mano. Todas parecían querer llevarse algo de ella y, de alguna manera lo lograban. Una sonrisa, una dedicatoria, abrazos, fotos...

Hicimos un descanso a la hora y media de firmas. Llevé a Leta hasta la puerta del baño. Pero  dudó.

—Voy a comprobar que no hay nadie ¿quieres?—sugerí.

—Gracias—

Subimos a la cafetería, a un espacio reservado. La cuidaron mucho. Era más conocida de lo que yo pensaba. 

«¡Vaya con las novelas románticas!»

 ¡Sí que tenían tirón!

Lo de haber vivido tantos años en Australia, pero ser española la imprimía un toque de cierto exotismo, no sé, algo peculiar.

Después,  continuó con su tarea. Sonriente, cercana. Me  limité a acercarme en un par de ocasiones y decir "Disculpen señoras, la fila debe avanzar"

Jaime permanecía junto a la mesa. Cada vez que se acercaba le tocaba el hombro o la mano y yo tuve  que controlar mi cabreo.

Al acabar la firma, pensaba que había acabado lo peor. Se  acercó  abrazó a Leta ¿Sabes de esos abrazos que te parecen sucios? ¿Cómo con roce no consensuado por las dos partes? Pues así había sido. No era cuestión de celos. Hasta Violeta me  miró y se había dirigido a mí:

—Cariño ¿puedes acercarme el bolso?—

Se lo di. Le acaricié la cintura y  besé su  sien, mientras le  susurré que había recibido mensajes de Martin y todo con Jas seguía bien.

En un despiste de Jaime me  dijo en voz baja:  "No te muevas de mi lado. Este tipo me pone muy nerviosa. Me da miedo". Por un momento había regresado Leta, la niña a la que solía proteger de las burlas de sus compañeros de clase.

— ¿Quieres que tome medidas? —le susurré—

—Es mi editor ¿Vas a darle un puñetazo? — me dijo asustada en voz baja—

—Eso es lo que quiero—reconocí—. Pero no. Voy a dejarle claro que no eres mujer para él.—

No pudimos seguir la conversación. Tuvimos que dirigirnos al Hotel Real. Al almuerzo con libreras y fans escogidas, unas veinte personas.

—Jaime, te vemos allí. — dije—

Era mi modo, de dejar claro, que en el coche él no tenía cabida. Tomé a Leta de la mano y le abrí la puerta. Mientras ella se acomodaba me acerqué, le abroché el cinturón de seguridad y la besé suavemente. Un beso rápido y delicado.

La cara de Jaime era un poema. Guiñé un ojo a Leta mientras cruzaba delante del coche hasta acomodarme tras el volante. No me atreví a mirarla.

— ¿Estás bien? — pregunté ya dentro del coche—

—Sí—

—No te preocupes por él. No se va a acercar más.

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