VIOLETA
Pasamos a mi dormitorio y Dani se quedó sorprendido.
—No se parece nada a tu cuarto —afirmó.
—Menos mal. Era un sitio muy triste.
Le di la espalda y saqué una camiseta muy grande del armario. Me desnudé muy despacio. Me dolía cada movimiento.
—Anda, ven aquí, guerrera —se acercó enseguida.
—Estoy hecha una mierda —protesté.
Se me puso un nudo en la garganta de pura impotencia. Odié no poder ser del todo independiente.
Dobló la ropa y la dejó sobre una silla. Me ayudó con la camiseta. Me metí en la cama y me tapó. Pero volví a moverme, sacando una libreta y un lápiz del cajón de la mesilla de noche. Tomé algunas notas muy concentrada. Mientras, él salió del baño en boxers y camiseta, después de lavarse los dientes y tomó su tablet de una mochila.
— ¿Qué pasó con tus gafas?—quiso saber.
—Me operé de miopía. Las gafas eran horribles. Aunque eran un buen escondite. Con ellas, era tan fea, que creo que me hacían transparente a ojos de la gente. Eso me dejaba a mí de espectadora.
—Nunca has sido fea —afirmó.
—Ya. Pero cuando te llaman pelo zanahoria o te dicen que tu cara es como un plato de lentejas... No sueles verte guapa.
—Pues lo eras —insistió una vez más.
—Al menos tú siempre me ayudabas.
—Tenían envidia de ti. Eras la más lista de aquel curso y no podían soportarlo. Hasta tus hermanos se sentían inferiores a ti.
—Lo bueno de crecer, es que ves las cosas con perspectiva y dejan de dolerte.
—Aquella noche tus ojos me embrujaron —admitió
—Y a mí. Me habían regalado mis primeras lentillas.
— ¿Cómo me veías a mí? —cuestionó.
— ¿Cómo?
—Has dicho que tú te sentías transparente, pero que nos observabas ¿no?
—Sí. Algo así —reconocí.
— ¿Cómo me veías? —insistió.
—Te veía triste —declaré—, queriendo agradar a todo el mundo. Un poco solitario. Engreído y al mismo tiempo inseguro y, la verdad, eras tan guapo que me temblaba la voz cuando me hablabas.
— ¿Y ahora? ¿Cómo me ves? —intentó indagar.
—Te veo más hombre, más seguro, más inteligente y más sensible.
—¿Todo lo que ves es bueno?—reflexionó.
—No —disentí—, te sigo viendo triste.
Él enseguida cambió de tema.
—¿Sobre qué escribes?—curioseó.
—Aquí solo escribo detalles para después desarrollar, trozos de diálogos, ideas...
Muchas cosas las desecharé o me parecerán tonterías.
—Si con esas tonterías acabas hilando una historia como CC, yo temería esas notas —decretó.
—¿Lo has terminado? —quise saber.
—Sí.
—¿Y?
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COSECHARÁS CORAZONES
ChickLit¿Y si la vida nos diera la oportunidad de recuperar a la persona que nos amó más sinceramente?