VIOLETA
AHORA SOY VIOLETA LEE.
El camino desde el aeropuerto me pareció inspirador y muy emocionante. Era como ver por primera vez un paisaje que mi mente adornaba con recuerdos de mis primeros 18 años.
—Estás muy callada, mamá—Observó Jas desde el asiento del copiloto—
—Estoy bien.—contesté
—¿Seguro? Quiero decir, no quiero que lo pases mal—insistió
—Jas, estamos juntos y vamos a poder abrazar a tus abuelos, ¿crees que puedo estar mal?—añadí—y es verdad. Solo estoy un poco expectante.
—Pero le vas a ver, después de tantos años.— Recalcó, como si yo no supiera de qué estaba hablando.
—Sí. A él y a mucha gente más. Créeme, el primer amor no es el que deja la marca más profunda. Es el último. Ojalá Richard siguiera vivo.—Le dije de modo un poco seco.
—¿Crees que nunca funciona?, digo, lo del primer amor.—Preguntó tímidamente, y yo la seguí viendo pequeña dentro de un cuerpo de vampiresa.
—Cariño, nunca y siempre son expresiones demasiado extremas. Además, estás hablando con Violeta Lee, escritora de literatura romántica. Yo creo que todo es posible en el amor.
<<Menos en mi caso>>—pensé.
—Yo solo sé, que Martin y yo nos amamos. Igual no tiene mucho sentido, nos hemos criado juntos y todo eso. Pero es amor. Eso lo sé.—Declaró con seguridad.
—Tendréis que vivir esa experiencia. Ya sabes que mi único miedo es que, si no funciona, la familia puede separarse. Pero rezo porque seáis felices juntos.—Sostuve.
Accedí a casa por un camino mucho más cuidado del que recordaba, casi sin baches. Aparqué con calma para dejar espacio para la furgoneta que conducía Martin. Mis padres salieron enseguida.
Fue muy emocionante sentir sus abrazos, sus besos, me recreé en el abrazo de mi padre y aspiré el aroma de su perfume, y desde la puerta, pude oler el guiso de mi madre. Hice muchos esfuerzos por no llorar. Pero apenas podía contenerme. Estaba en casa de nuevo. Después de 18 años.
Martin y Adele desabrocharon las sillitas de los duendecillos. Arika se había empeñado en que la vistiéramos de princesa y Darel estaba medio dormido. Mi padre y mis hermanos nos ayudaron con las maletas. ¡Traíamos media casa encima!
Enseguida nos acomodamos y mis padres nos sentaron alrededor de la mesa. Otra vez la mesa se llenaba. Mi padre en la cabecera, mi madre yendo y viniendo sirviendo platos y mis dos hermanos David y Darío auparon y abrazaron, preguntándonos de todo. Me sentí llena. Repleta de alegría y amor. Todos los míos menos mi gran amor, en torno a la mesa de casa.
Pronto los pequeñines empezaron a cabecear. Martin tomó a Darel y yo a la princesa Arika en brazos y los subimos a la habitación que había sido de mis hermanos y que mi madre llevaba meses decorando para nuestra llegada. Hacía bastante calor, así que abrimos la cama y los acostamos en ropa interior. Tras la siesta los ducharíamos. En ese momento no se tenían en pie.
Después de comer entre todos recogimos la mesa. Mi madre sacó sus postres de la nevera. Dios.... aquel arroz con leche cremoso, la cuajada, las galletas.
—Creo que he engordado cinco kilos en esta última hora. —Exclamé.
—Abuela, estaba todo riquísimo. Vas a tener que enseñarme cómo haces todo esto. —Añadió Jasmine
Mi madre se acercó y la abrazó.
—Mejor aún. Voy a cocinar para vosotros cada día.—Ofreció encantada— Me encanta teneros aquí.
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COSECHARÁS CORAZONES
Genç Kız Edebiyatı¿Y si la vida nos diera la oportunidad de recuperar a la persona que nos amó más sinceramente?