❖ Boku No Hero Academia, One shots con temática de Soulmate uwu.
❖ Vivirás la experiencia de ser el/la alma gemela de tus chicos favoritos (y/o chicas) de esta academia, y, si es posible, también los ajenos a U.A.
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Para ser sincera, el tema de las almas gemelas jamás ha sido algo que me cause tanta intriga o curiosidad, y no es porque me desagrade.
Mi explicación y justificación es bastante simple, desde que tengo memoria he tenido a Tamaki, mi alma gemela, al lado mío.
Puedo recordarme a mí misma a los cuatro años jugando con él, ambos sin tener conciencia de que estábamos destinados a estar juntos, el uno con el otro.
Siempre lo decíamos, porque nuestro método fue bastante más simple que el de otras personas. Solamente debíamos tocarnos, y lo supimos siendo tan pequeños que no puedo recordarlo.
Cuando me di cuenta, era extraño no tener a Tamaki tomado de mi mano, o dejando besos en mis mejillas regordetas de cuando era una infante.
— ¡Cuando sea grande, me casaré contigo!
Tenía una voz aguda en ese entonces, así que al ver las grabaciones no puedo evitar reír, obteniendo una mirada avergonzada de su parte.
— N-no te rías, (T/N)...
Quizá fue cuando entramos a primarias distintas que comenzó a tartamudear. Para ser sincera, de alguna forma me siento culpable de eso.
Ambos éramos muy dependientes del otro y no solíamos tener más amigos al rededor. Nos ayudó aunque fuese un poco.
— Pero es tierno, no puedo evitarlo —río nuevamente mientras apoyo mi cabeza sobre su hombro, sintiendo su cuerpo tensarse con rapidez.
El video sigue avanzando, mostrando a un pequeño Tamaki riendo junto a una también pequeña yo que, aunque tiene las mejillas ardiendo en un lindo rosa, se aferra al brazo de su alma gemela.
Yo, al ver eso, decido hacer lo mismo y me aferro al brazo de Tamaki. Él entonces suelta una pequeña risa mientras su rostro enrojece.
— ¿Recuerdas cuando me presentaste a Mirio? —digo entonces, mientras la pantalla de la televisión sigue mostrando recuerdos lejanos.
Él asiente con una pequeña sonrisa.
— A-aún creo que debí esperar... un poco.
El lugar no era nada llamativo, una sencilla cafetería que ambos conocíamos perfectamente, pues era nuestro establecimiento favorito al salir.
En esa ocasión Tamaki me presentaría a su mejor amigo, Mirio. Los tres estábamos en la escuela media en ese momento, lo recuerdo porque casi suspendí una materia.
