Adiós

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Después de que kagome se durmió, el híbrido se acercó donde estaba la joven, se sentó a su lado y con mucho cuidado llevo sus manos al rostro delicado de la chica acariciando sus suaves mejillas delicadamente.

La respiración tranquila de kagome lo relajo, envolvió lentamente sus dedos en los mechones azabaches y por unos instantes se quedó perdido observando el rostro tranquilo de la azabache justo en ese momento su pensamiento se agito y le gritaba sin parar que la había perdido por completo.

-Diablos la perdí por tonto- se repetía el peli plata.

Deseaba que nunca amaneciera porque al salir el sol él la perdería para siempre, tal vez una hechizo alargara eternamente la oscuridad de la noche o quizás podría silenciar el canto de las avecillas llamando al sol y si un milagro ocurriera ella nunca se marcharía, si le rogaba humillándose para que no lo abandonara.

Se paso el resto del tiempo observándola, anhelándola, deseando tenerla entre sus brazos y saber que no la podía tener era un castigo digno de lo estúpido que había sido todo este tiempo. Sintió en su interior los retumbos de su inminente trasformación y supo entonces que el amanecer estaba cerca fue inmediato el cambio de apariencia y entendió así que los ojos de kagome otra vez lo verían como a su verdugo.

-Adiós kagome- dijo triste el híbrido acerco sus labios a la frente de kagome y estampo un suave beso -te amo perdóname por favor- susurro y se alejó porque no quería perturbar a la azabache con su apariencia.

Una media hora después de que Inuyasha se marchara ella despertó junto con Shippo, los demás ya preparaban el desayuno.

-Buenos días- dijo sonriendo, Kagome.

-Hoy estas muy sonriente- hablo Sango alegre.

- Me siento mejor- respondió Kagome.

Lo primero que noto fue la ausencia de Inuyasha, lo busco disimuladamente con su mirada y no lo encontró. Termino de ordenar el sitio donde dormía con ayuda de Shippo.

- ¿Dónde está Inuyasha? - le pregunto a sango esta se encogió de hombros e hizo una mueca como de no saber.

-Creo que se fue señorita kagome para no perturbarla a usted- respondió sincero el Monge.

Kagome miro un poco al Monge y salió de la cabaña sin decir palabra ya sabía dónde estaba el peli plata siempre estaba ahí, camino un poco hasta topar con el árbol donde se refugiaba Inuyasha cuando estaba triste o enojado incluso cuando necesitaba pensar.

-Baja- grito Kagome cuando estuvo cerca.

El híbrido al escuchar el llamado de kagome se alegró profundamente, tal vez ella no se marchaba e incluso tal vez lo perdonaba.

Inuyasha bajo rápidamente del árbol y al tocar el suelo la vio con una sonrisa radiante en su rostro, no dijo nada solo la miro detenidamente analizándola.

La sonrisa que adornaba el rostro de su kagome era tan falsa, ella estaba totalmente destruida y él lo sabía. su falsa felicidad se debía a que iba a anunciar que regresaba a su casa.

Kagome lo saco de sus pensamientos – ¿vamos a tomar el té juntos? – pregunto la azabache.

Él solo asintió con su cabeza y ella comenzó a caminar hacia la cabaña, era doloroso para el sentir como ella intentaba de todas las formas evitar mirar sus ojos O incluso el más pequeño de los contactos, caminaron en el más absoluto silencio. Dentro de la cabaña todos se sorprendieron al ver los llegar juntos, pero no dijeron ni una palabra por el contrario una vez listo el té se sentaron a desayunar en silencio algunas veces era roto por Kaede con algún comentario y los demás se limitaban a responder.

Quiero Ser su MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora