20. Ya no estamos en Apulia

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Beatrice:

Así como los agradables días que paso con Ángelo Marchetti avanzan, el día del juicio está a la vuelta de la esquina.

—¿Tienes todo?. —Me pregunta Ángelo.

Asiento con la cabeza, son siete días los que nos quedan y Ángelo no quiere levantar sospechas o que todos los hombres de Luciano estén pendientes de nosotros en cada aeropuerto como lo estarán los pocos días antes del juicio.

Así que tomamos la decisión de volver ahora, me despido de aire fresco de Apulia por última vez, al igual de su bello mar.

Ángelo tiene los pasajes que amablemente Selina y Beau Lombardi nos consiguieron en un vuelo privado, ellos deben sentirse los más aliviado de los cuatro al retirarnos.

A donde quiera que vaya, termino siendo la peste y no los culpo, traigo la desgracia conmigo desde que tengo ese título sobre mi cabeza.

El vuelo tarda lo que debe tardar y trato de relajarme mientras nos trasladamos, uno vez llegado, pasamos de incognito, ocultando muy bien mi rostro debajo de un sombrero y vamos directo al hotel.

Tomamos la decisión de no salir esa noche, ni el, mucho menos yo, no en el primer día.

En lugar de eso, cenamos con la poca comida que trajimos y luego vamos directo a la habitación, una habitación única, diferente a la primera vez cuando alquilamos y fue solo una.

Ángelo...

Ahora mismo estoy perdida, por la presión que ejercen sus dedos en mi piel mientras esa boca está dándomelo todo el placer que necesito, mi interior papita y desea su dura polla, pero Ángelo me tortura, lamiendo y estimulándome.

No es necesario.

Ya de por si el embarazo me pone caliente cuando lo veo.

Aprieto su cuero cabelludo, deslizando mis uñas y lo presiono, su lengua lamiendo mi clítoris, llevándome a tocar las nubes.

Cierro los ojos y arqueo mi cuerpo, Ángelo se retira para subirse en mí encima y comenzar a penetrarme.

Estoy lista para sentirlo, sus brazos alrededor de mi cuerpo, apretándome sin darme escape y sus caderas con ese ritmo enloquecedor que me hace derretir.

—Agente Marchetti.

Me penetra, sujetando mi muslo y cogiéndome muy diferente a todas nuestras increíbles noches en Apulia.

Es extraño, aunque me agrade y prefiera el sexo un poco más diferente, al final de cuentas es sexo y me gusta mucho tenerlo con Ángelo.

¿Qué sucede?

No lo entiendo hasta que acabamos.









(*)








—A partir de ahora hay que tener cuidado.

Está preocupado, esa es la razón.

Los ojos de Ángelo me observan, permanecemos desnudos echados sobre ese colchón en el que apenas tenemos espacio para cada uno.

—Ya no estamos en Apulia.

—Lo sé muy bien, Agente Marchetti.

Los ojos de Ángelo me observa preocupados y no puedo evitar sonreír.

—Es la primera vez que te veo así conmigo.. ¿Estas preocupado por la misión, Ángelo?

—No.

Espero que continúe.

—Estoy preocupado por ti. —Confiesa y el corazón se me acelera.

Su mirada fuerte y decidida sigue sobre mí y mis ojos no dejan de verlo, no hay más que una mirada seguida de mi parte.

Y lo único que se me ocurre decir es. —Todo irá bien, puedes confiar en mí.

—Beatrice ¿No oyes lo que te digo?

—Lo hago.

Su mirada no se pierde.

—Saldrá todo bien, Agente Marchetti.—Le aseguro.

Uno de los dos debe mantener la fe en estos últimos siete días que nos quedan.

Siete días.

Po mi parte quiero aprovechar cada segundo de toda esta semana.

Con el.

Porque salga bien o no, finalmente el Agente Marchetti y yo, tendremos que despedirnos.


Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora