15. ¿Sigo siendo decepcionante para ti?

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Angelo:

Voy a arrepentirme de esto.

Estoy muy seguro que sí.

¿Entonces por qué carajos la he levantado y la tengo rodeándome con las piernas mientras la llevo a la cama?

Ya no pienso.

Mentira, Ángelo, sabes exactamente lo que estás haciendo.

Vas a cometer el mismo error que esas dos mujeres... ¿A dónde te llevara eso?

A nada bueno es posible.

Pero no tengo ganas de parar, ni una sola parte de mi cuerpo desea detenerse.

Acuesto el cuerpo de Beatrice Sorrentino sobre la cama y la cubro con el mío, le cojo las muñecas y las subo por arriba de su cabeza, Beatrice sonríe y echa la cabeza hacia atrás.

—Eres increíble, Agente Marchetti.

—Ángelo, Beatrice, jodidamente llámame por mi nombre.

Su sonrisa crece.

Le abro la blusa y sigo con los vaqueros, se los bajo dejándola en ropa interior y ella se relaja cuando mis manos se ubican sobre sus muslos, hago el recorrido acariciando su piel blanca mientras mis ojos admiran el cuerpo semi desnudo de la reina de la mafia, Beatrice Sorrentino.

Sus piernas se mueven y la erección me aprieta los vaqueros, Beatrice sonríe cuando ya tengo mis dedos en la tira de sus bragas, coloca su palma sobre mi pecho y me derriba, se sube encima de mí y termino por sacarme la camiseta.

Las manos de Beatrice se ubican sobre mi pecho desnudo y enseguida noto que está admirando mi tatuaje mientras sus dedos recorren las líneas del dibujo.

Beatrice sonríe.—Interesante.

Acaricia con su pulgar y lleva los dedos al centro, justo en mis abdominales, ella presiona su boca contra la mía inclinándose y le cojo la nuca haciendo presión en nuestras bocas.

—Es justo como lo imagine, Ángelo.

Me devuelve el beso y comenzamos otra vez, nuestras manos se exploran y las mías no se apartan en ningún segundo, froto los dedos por las curvas maravillosas de esta mujer, por su vientre algo abultado por el embarazo, pero que ha hinchado mucho sus pechos.

Beatrice coloca ambas manos detrás y su sujetador se afloja, se lo quita mientras mantiene su mirada fuerte sobre la mía y yo me levanto sujetándola, nuestras bocas vuelven a devorarse y sus gemidos ponen más dura mi polla, sus manos van hacia ella y mi estimulan, liberan mi erección y ella se levanta un poco, aprovecho para arrancar esas bragas que no dejan de interrumpirse.

De un solo brinco me hace entrar en ella, la sensación nos hace jadear.

Angelo...

Estoy jodidamente excitado y mi mirada debe delatarme, Beatrice junta su frente contra la mía y una sonrisa vuelve a aparecer.

Ella siente que ha ganado y aunque odio darle la razón, es malditamente cierto.

Beatrice comienza a moverse, de arriba a abajo, volviéndome loco.

Le cojo el trasero y la aprieto contra mi cadera.

—Dios mío, Ángelo.

Mantengo mis manos sobre su trasero, aprieto con ambas manos y siento mi dura erección quedar justo donde debe estar.

Es caliente y húmedo, demasiado perfecto y mi polla disfruta estando dentro.

—Muévete, Beatrice.—Le doy el permiso de hacerlo, aunque no lo necesita.

Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora