24. Los papeles se han invertido

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Angelo:

Es irónico despertar y que lo primero que vea sea a Gabriella Rizzo.

Irónico porque estuve en esta misma situación con ellas mese atrás, solo que Gabriella era quien estaba en una cama de hospital y yo en su lugar.

Tampoco estaba esposada a la cama, muevo mi muñeca y siento un dolor abdominal.

—No hagas fuerza. —Me exige mi ex compañera. —Es la extremidad donde recibiste la bala.

Furioso tiro mi muñeca rindiéndose, visualizo el techo y luego pongo los ojos en mi amiga.

Gabriella tiene ligeros golpes que ya están desapareciendo, una blandita en la frente y moretones poco visibles en los brazos, verla así otra vez me hace sentir culpable.

—¿Quién lo diría?. —Me suelta. —Los papeles se han invertido.

—¿Qué haces aquí?. —Logro articular.

Gabriella sonríe. —No te preocupes, tengo todo el derecho de estar aquí ¿No?

—Gabriella…

Ella suspira. —Si hubiera sabido que todo resultaría así, no hubiera detenido a Dante.

—¿Cómo dices?

—¿Cómo crees que escaparon de su casa sin que nadie los siguiera? En ese momento para tranquilidad de ustedes, leí la nota antes de que  se marcharan.

—¿Dante..

—Dante está enamorado, pero no es tonto. —Dice orgullosa. —Tuve que amenazarlo con que rompimos y hasta decírselo me dolió, pero  fue lo que le dije si el tomaba la decisión de ir detrás de ustedes.

Una leve sonrisa cruza mis labios.

—Aunque con este resultado...

—De no haber huido la habría entregado.

—¿Y donde te llevo esto?

Gabriella suspira.

—¿Quieres que le escriba a Selina? Ella no..

—Ya suficientes problemas le he causado. —Respondo. —No quiero preocuparla más, ni causar problemas, ella debe estar pendiente de su hijo, no preocuparse en mi, además se lo prometí a Beau.

—Ser como quieres, pero tienes que saber una cosa.

Frunzo el ceño.

—Ya no puedo detener a Dante.

—Lo suponía, de todas formas gracias por ayudarnos a escapar.

—No estoy segura de merecer esas gracias ahora mismo.

Bajo la mirada por un segundo.

—No te preocupes por eso, iré yo mismo por ella.

Sus ojos se abren.

—¿Y cómo?

La puerta se abre, exactamente mi contacto.

Martín, jefe de la agencia antinarcóticos.

Gabriella se levanta de un salto. —¡Jefe!

Y ex jefe de Gabriella, quien la puso en una situación incómoda meses atrás.

—Descansa, Gabriella. —Le responde. —Ya no soy tu superior, no debes llamarme jefe.

Ella se mantiene sorprendida.

El jefe pone los ojos en mi. —Te ves lamentable, Angelo.

Ahora mismo me siento así.

—¿O es que acaso has cometido el mismo error que la señorita Gabriella?

Se vuelve hacia ella.

—¿Cómo se encuentran Dante Grimaldi, Gabriella?

Ella es firme con su respuesta. —No lo se, pero contacto con el hace mucho.

—¿En serio?

—Así es, ex jefe y le agradecería que no haga preguntas que no vienen al tema, como usted dijo ya no es mi superior y no le debo respuestas de nada.

Martín sonríe.

—Mantienes esa misma actitud ¿No has cambiado de idea y ahora quieres volver a colaborar con nosotros? Estoy seguro que nos harás muy útil.

Gabriella se tensa.

—Mi primera misión contigo es atrapar otra vez a tu ex amante.

Observo los puños de Gabriella apretarse.

Ella me observa. —¿De verdad le pediste ayuda al jefe?

—Gabriella, déjanos solos por favor.

Ella abre los ojos.

—Te explicare todo después.

Gabriella pasa la mirada del jefe a mi.

—Será mejor que tengas una buena explicación.

Dicho eso, se va cerrando la puerta detrás de ella.

Observo a mi jefe suspirar.

—Esa perra no me engaña, se muy bien que ha tenido contacto con Dante Grimaldi.

—Jefe.. ¿Por qué está aquí?

Mete la mano en su bolsillo interior del saco y me muestra la llave, la llave con la que me libera de las esposas.

Sujeto mi muñeca y la sobo.

El coloca una bolsa de ropa limpia sobre mi cama, un traje de policía.

—Quedas absuelto de todos los cargos que se te acusan.

Pongo los ojos sobre el.

—¿Dónde esta ella?

—Al norte de Lombardia. Te enviaré las coordenadas cuando estés cerca. Ahora cámbiate.

Cojo mi uniforme.

—Y quiero recordarte que no cometeré el mismo error que cometí con Gabriella.

Mi cuerpo se tensa.

—El trato es ese, agente Marchetti. —Me recuerda. —Te doy mi ayuda y llevas a Beatrice Sorrentino a declarar, a cambio obtengo lo que deseo.

Trago saliva, recuerdo muy bien el trato, pero el se asegura de que lo tenga presente.

—Tener a Beatrice Sorrentino pudriéndose el resto de su vida dentro de una celda.

Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora