Nacidos en la Mafia (#6 Hijos de la Mafia)

29. ¿Conoces las tres cosas que jamás perdono?

Beatrice:

Atados o muertos, es así como tienen a todos mis ex hombres traidores y ahora hombres de Luciano Mansini.

Dante Grimaldi aparece en escena.

Caminando por la larga fila de cadaveres en el suelo, vestido con su traje negro y un saco del mismo color cubriéndole los hombros, observa a Ángelo y solo le da una mirada.

¿Ángelo ha hecho un trato con Dante Grimaldi?

Observo a Dante y lo veo llegar hasta Luciano, donde sus hombres lo tienen custodiado.

—Señor.

Le proporciona un golpe que lo hace caer al suelo, Luciano escupe sangre y Dante se agacha apoyándose en sus pies.

Lo mira de frente, examinándolo con una mirada furiosa.

—Esta es la cara de la mierda que dejó inconsciente a mi mujer.

Dante sonríe.

—Créeme que esperaba algo mejor.—Se pone de pie otra vez y sus cejas se juntan, visualizo la vena en su cuello a punto de estallar, está furioso.—Pero eso no cambia lo que hiciste.

Pide el arma y sus hombres se lo dan.

—¿Conoces las tres cosas que jamás perdono?

Las deudas, las mentiras y la traición.

Todo aquel que hace tratos contigo sabe eso, Dante.

Luciano no.

Él se las dice, pero.

—Bueno, hay algo que no perdonaría jamás además de esas tres cosas.—Los puños de Dante se aprietan.—Y es que toquen a mi mujer.

—No sé de lo que hablas.

Dante golpea su rostro con el pie.

—¿Te pedí que lo hicieras?.—Eleva la voz.—Realmente voy a disfrutar mucho esto, no imaginas cuánto. Te devolveré todo el daño por el que paso mi Bella Signora.

Vuelve a sonreír.

—Tienes suerte, no voy a matarte.—Prosigue Dante.—Lo haré, pero no ahora, al final cuando me aburra te daré una muerte que no se lo he dado a nadie.

Puedo ver el terror en los ojos de Luciano Mansini.

—Considérate afortunado.—Finaliza.

Ángelo llega hasta mí y me rodea con los brazos.

—¿Estas bien?.—Busca examinarme.

—Estoy bien.

Mi labio inferior tiembla, dejo de mirarlo al sentir una sombra a nuestros lados, me giro y veo a Adrianno.

Le doy una mirada a Ángelo, el asiente con la cabeza.

Me da el permiso y corro hacia él, me abraza contra su pecho ahora que el terror termino.

Angelo: